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EL BURGO DE OSMA: UN NOCHE FRÍA DE ENERO DEL AÑO 1848....

UN NOCHE FRÍA DE ENERO DEL AÑO 1848.
Aquel hombre burguense, en la madrugada de un día de enero del año 1848, salió camino del Burgo de Osma, con su caballo y tartana, esa noche había descansado en Riaza, y tenía idea de llegar ese día a su Burgo de Osma, pero no todo lo que se pensaba entonces era posible, el caballo unas veces al trote, y otras andando, continuaron camino hasta llegar a Ayllón, donde después de beber el caballo, continuaron camino para subir hasta los Altos de Ayllón, que en esa época del año, solía ser muy duro, al estar casi siempre con nieve helada, el caballo parecía presentir la nevada, que amenazaba el cielo cubierto con nubes, durante unos cuatro o más kilómetros, el caballo andando a su paso pisando la nieve, no resbalaba, al estar recién caída, pero al llegar al descenso de los Altos de Ayllón, el caballo se caía patinando en dicha nieve convertida en hielo, y la tartana le empujaba yendo caer en la cuneta, el caballo no podía levantarse, era imposible el tenerse en pie, parecía tener rota una pata, desenganchando al animal de la tartana, y sin poder andar dejando sobre la tierra de la antigua carretera el animal herido, y la tartana. Y yendo a buscar ayuda al pueblo de Piqueras. Donde parecía no cubrir demasiado dicha nevada. Más en aquel pequeño pueblo no era fácil el poder encontrar ayuda, por fin un pastor le intento ir ayudar, con un burro bastante grande, y poniendo sobre sus herraduras unos trozos de saco de esparto, y así pudieron llegar hasta donde permanecía el caballo tirado en el suelo, sin nada que le ayudara, tan solo un poco de paja que le dejo su dueño antes de ir a buscar ayuda. Aquel pastor parecía entender de todos los animales, y con unas tablillas atadas, rodeando su pata, levantaron al caballo del suelo, y al burro le engancharon al tiro de la tartana. Subieron de mala forma al caballo a la tartana, y allí se quedó apoyado sobre los asientos, mientras el burro era conducido por aquel pastor, que tanto sabía de las cosas de los animales. Y llegando a Peñalba donde ya no había nieve, le indico al hombre del Burgo de Osma, que se llevase su burro, y que le devolviese cuando pudiera ser posible. El hombre del Burgo, continúo su camino, por Aldea de San Esteban, San Esteban de Gormaz y El Burgo de Osma, llegando a su casa después de tres días de viaje desde Madrid capital. Y pudiendo ir a devolver el Burro, a los pocos días a su dueño, aquel pastor que sabia de huesos de los animales, y encima haciendo favores a personas apenas conocidas. Aquellos años el viajar en tiempo de nieve, era muy peligroso, y encima pasando mucho frío, más siempre hubo personas que arriesgaban incluso su vida, para abrirse camino por lugares peligrosos. G X Cantalapiedra.