ERA UNA NOCHE CERRADA DE MAYO DE 1991.
Aquel hombre con sus 55, años, estando con su tractor labrando viñedos de su propiedad, por las tierras sorianas de La Ribera del Duero, queriendo terminar su tarea de labrar las fincas en el mes de mayo, con arados cultivadores de dicha tierra, notaba que la noche se le echaba encima, aunque el hombre sabia de sobra que en esas fechas se le amontonaba el trabajo, ya que las viñas eran delicadas, y no se podía dejar para más tarde su labor de labranza, por estar crecidos los tallos de las cepas. Eran sobre las diez de la noche cuando notó algo raro, el tractor que el conducía llevaba las luces de cruce encendidas, para ver mejor las cepas, y no cometer fallos, más todo el viñedo entero que tenía varias hectáreas, se quedó como si fuera de día, del resplandor tan grande que se notó con perfecta claridad, el hombre dentro de la cabina del tractor, se quedo perplejo, miro hacia alrededor, y no veía nada importante, paro el tractor y salió de la cabina con las luces del todo apagadas. De pronto algo silbo sobre su cabeza, quizá a unos diez o doce metros de altitud, y fue tan rápido que no le dio tiempo a reconocer dicho objeto volador, el hombre sin pensarlo demasiado, montó en su tractor y con las luces apagadas, por la calle de aquella viña que estaba arando, se dispuso a salir a toda prisa, sin casi ver al estar la noche cerrada y sin Luna, Este hombre acostumbrado a trabajar muchas horas en solitario y circulando entre pinares y enebros, nunca tuvo miedo de alguna cosa rara, Más aquella noche el miedo se embargo de su cuerpo, y con las luces sin encender, circulo por aquel camino de labranza entre baches y carriles defectuosos, hasta pasada media hora que llegó a su domicilio, de aquel pueblo soriano, donde su esposa al verle llegar salió para recibirle como todos los días hacía, El hombre estaba medio pálido, y su esposa le comentó, te ha pasado algo, el hombre contesto, no pero si, un objeto me pasó por encima de la cabeza cuando estaba arando. La esposa le dijo, quizá fuera un avión averiado, que quería aterrizar, el hombre dijo no, su forma era distinta y su sonido era de silbar, y a mucha velocidad que volaba, el matrimonio aquel quedó en no contar nada a nadie, ya que podían ser el hazmerreír de todo su pueblo, y nadie les creería. Así se quedaron con el misterio de aquel objeto de velocidad endiablada. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre con sus 55, años, estando con su tractor labrando viñedos de su propiedad, por las tierras sorianas de La Ribera del Duero, queriendo terminar su tarea de labrar las fincas en el mes de mayo, con arados cultivadores de dicha tierra, notaba que la noche se le echaba encima, aunque el hombre sabia de sobra que en esas fechas se le amontonaba el trabajo, ya que las viñas eran delicadas, y no se podía dejar para más tarde su labor de labranza, por estar crecidos los tallos de las cepas. Eran sobre las diez de la noche cuando notó algo raro, el tractor que el conducía llevaba las luces de cruce encendidas, para ver mejor las cepas, y no cometer fallos, más todo el viñedo entero que tenía varias hectáreas, se quedó como si fuera de día, del resplandor tan grande que se notó con perfecta claridad, el hombre dentro de la cabina del tractor, se quedo perplejo, miro hacia alrededor, y no veía nada importante, paro el tractor y salió de la cabina con las luces del todo apagadas. De pronto algo silbo sobre su cabeza, quizá a unos diez o doce metros de altitud, y fue tan rápido que no le dio tiempo a reconocer dicho objeto volador, el hombre sin pensarlo demasiado, montó en su tractor y con las luces apagadas, por la calle de aquella viña que estaba arando, se dispuso a salir a toda prisa, sin casi ver al estar la noche cerrada y sin Luna, Este hombre acostumbrado a trabajar muchas horas en solitario y circulando entre pinares y enebros, nunca tuvo miedo de alguna cosa rara, Más aquella noche el miedo se embargo de su cuerpo, y con las luces sin encender, circulo por aquel camino de labranza entre baches y carriles defectuosos, hasta pasada media hora que llegó a su domicilio, de aquel pueblo soriano, donde su esposa al verle llegar salió para recibirle como todos los días hacía, El hombre estaba medio pálido, y su esposa le comentó, te ha pasado algo, el hombre contesto, no pero si, un objeto me pasó por encima de la cabeza cuando estaba arando. La esposa le dijo, quizá fuera un avión averiado, que quería aterrizar, el hombre dijo no, su forma era distinta y su sonido era de silbar, y a mucha velocidad que volaba, el matrimonio aquel quedó en no contar nada a nadie, ya que podían ser el hazmerreír de todo su pueblo, y nadie les creería. Así se quedaron con el misterio de aquel objeto de velocidad endiablada. G X Cantalapiedra.