ERA UNA MUJER MUY MISTICA
Aquella tarde del mes de agosto de hace varios años, cuando al sol iba perdiendo fuerza, una pareja de personas ya digamos casi mayores, paseaban por las orillas del Río Ucero, Ella una mujer mística y recatada, el un hombre de mundo trabajado y con buena cultura, fueron andando por aquel paseo de piedra árboles y rio, hablando de lo normal y misterioso de aquel paisaje tan precioso y peligroso, al estar algunas piedras colgadas por encima de las personas que por allí andan. Los dos seres humanos intentando llevar su razón hasta el final del recorrido, hoy El Puente del Suicida, eran dos formas de ver la vida distintas, sus cerebros estaban educados de diferentes formas, el místico y religioso de la mujer, y el sentir la vida como la vivimos día a día, con sus problemas diarios la mayoría de las personas que hemos trabajado desde la niñez, para poder salir adelante y vivir dignamente. El retorno fue un camino de discusión constante, el misticismo era todo un gran problema, para aquel hombre fundido en las carreteras de España y el extranjero, La mujer soltera y seguidora de diferentes tradiciones religiosas, no estaban en nada de acuerdo, era distinta manera de sentir y vivir la vida cada cual, es posible que los dos tuvieran sus razones, pero hay momentos que la mente se cierra mucho más, y terminas echando la amistad por la cuneta, y sentirte a gusto, diciendo lo que piensas de algunas cosas de este mundo. Al llegar al Burgo de Osma, cada cual cogió su ruta, para llegar a su casa, La mujer pensando, este hombre no me conviene ni para tenerle de amigo, se ve que ha sido un trotamundos sin amores, y ve la vida de diferentes colores, es mejor no vivir con él sinsabores. El Hombre pensaba, vaya misticismo que he tenido que aguantar esta tarde, pensaba que tenía rarezas, pero no tantas, Se ve que las piedras milenarias dejan algunas mentes un poco desquiciadas, “Será mejor no volver a salir con ella de paseo, al no entenderla ni saber cómo piensa, mejor sólo que no mal acompañado, mejor libre que burro apeado, mejor soltero que no mal casado, y así continuo su camino hasta llegar al portal de su vivienda, donde lanzo al entrar, por fin en casa. G X Cantalapiedra.
Aquella tarde del mes de agosto de hace varios años, cuando al sol iba perdiendo fuerza, una pareja de personas ya digamos casi mayores, paseaban por las orillas del Río Ucero, Ella una mujer mística y recatada, el un hombre de mundo trabajado y con buena cultura, fueron andando por aquel paseo de piedra árboles y rio, hablando de lo normal y misterioso de aquel paisaje tan precioso y peligroso, al estar algunas piedras colgadas por encima de las personas que por allí andan. Los dos seres humanos intentando llevar su razón hasta el final del recorrido, hoy El Puente del Suicida, eran dos formas de ver la vida distintas, sus cerebros estaban educados de diferentes formas, el místico y religioso de la mujer, y el sentir la vida como la vivimos día a día, con sus problemas diarios la mayoría de las personas que hemos trabajado desde la niñez, para poder salir adelante y vivir dignamente. El retorno fue un camino de discusión constante, el misticismo era todo un gran problema, para aquel hombre fundido en las carreteras de España y el extranjero, La mujer soltera y seguidora de diferentes tradiciones religiosas, no estaban en nada de acuerdo, era distinta manera de sentir y vivir la vida cada cual, es posible que los dos tuvieran sus razones, pero hay momentos que la mente se cierra mucho más, y terminas echando la amistad por la cuneta, y sentirte a gusto, diciendo lo que piensas de algunas cosas de este mundo. Al llegar al Burgo de Osma, cada cual cogió su ruta, para llegar a su casa, La mujer pensando, este hombre no me conviene ni para tenerle de amigo, se ve que ha sido un trotamundos sin amores, y ve la vida de diferentes colores, es mejor no vivir con él sinsabores. El Hombre pensaba, vaya misticismo que he tenido que aguantar esta tarde, pensaba que tenía rarezas, pero no tantas, Se ve que las piedras milenarias dejan algunas mentes un poco desquiciadas, “Será mejor no volver a salir con ella de paseo, al no entenderla ni saber cómo piensa, mejor sólo que no mal acompañado, mejor libre que burro apeado, mejor soltero que no mal casado, y así continuo su camino hasta llegar al portal de su vivienda, donde lanzo al entrar, por fin en casa. G X Cantalapiedra.