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EL BURGO DE OSMA: CAMINOS QUE MARCA EL DIABLO...

CAMINOS QUE MARCA EL DIABLO
Era una noche estrellada del mes de agosto. De hace cincuenta años, cuando cuatro amigos del Burgo de Osma decidieron ir a conocer la Fortaleza Califal de Gormaz, que según los informes dicen, es la mayor de Europa, con más de un kilómetro de muralla. Y una extensión de 390, metros en su cima. Los cuatro amigos con un SEAT. 600, L. Salieron a las once de la noche camino de Gormaz, era precioso aquel paisaje que los focos del coche alumbraban, llegaron a la carretera de Recuerda y Atienza, que entonces salía por donde hoy día están las canteras cerradas, y entre las piedras ancestrales del desfiladero de la Güera. Cruzando pinares y el Río Duero a su derecha. y desviándose luego por la carretera estrecha que va a el pueblo de Gormaz, en el más absoluto silencio. Pasando la Ermita de San Miguel, empezaron las curvas de aquella estrecha carretera que conduce a la Puerta de dicha Fortaleza. Y al aparcar su coche sacaron su linterna para ver un poco la subida por esa Puerta que parece ser la que fue principal, cuando El Cid Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar, fue el jefe o alcaide de dicha Fortaleza Califal, que fue construida en el siglo IX. Parece ser por los musulmanes. Lo mismo que la Atalaya del Burgo de Osma. Ya que eran los lugares que trasmitían hacia la ciudad de Córdoba algún ataque de las huestes cristianas. Comentan hoy en día, que la comunicación era cuestión de cuatro horas, Volviendo a los cuatro amigos, empezaron a surgir problemas, las hierbas crecidas dentro de aquellas murallas les pegaban hasta en las rodillas, y el miedo de estar en un lugar tan famoso, les hizo sentir la inseguridad de no saber dónde pisaban, Recorrieron parte de la Torre del Homenaje, y los ruidos extraños crecían cada vez mucho más, no fueron capaces de llegar a donde está el aljibe, y la esquina donde casi siempre corre el viento. Y el paisaje es tremendo, pero aquellos cuatro jovenes amigos, decidieron con si linterna, volver a su coche sin correr peligro, y comentar en el camino del Burgo, que asaltar esa fortaleza era cosa de brujas, y sobre todo por la noche, que la visibilidad era nula. Volviendo hacia El Burgo de Osma, nadie comentó haber pasado miedo, pero los cuatro amigos llevaban en su mente la respuesta que a nadie jamás le dieron. Aquel lugar por la noche da mucho respeto, y más que en aquellos años, no estaba reformada la muralla, y la fortaleza parecía mucho más hundida por el paso de los años. G X Cantalapiedra.