ERA UN PEQUEÑO LABRADOR
Aquel labrador castellano tenía en propiedad, un burro y dos mulas, que las acompañaba un perro podenco diariamente en sus faenas agrícolas, El burro solo salía de su cuadra, cuando las mulas no trabajaban, el resto del tiempo era medio olvidado, la esposa del labrador que se quedaba en casa, ni agua le daba de beber, nunca le daba pienso o paja, para que su estómago de burro pudiera tener fuerza para caminar o cargar con leña en sus costillas, El perro podenco tan solo le daba el pan duro, que el día anterior no se había consumido. Un día el perro podenco en su lenguaje perruno, le decía al burro de raza zamorana, vamos a marcharnos de esta casa miserable, que no se preocupan por nosotros nada, y aquel burro entendió lo que le decía su compañero de fatigas el perro podenco, que sin pensarlo demasiado se marcharon a correr mundo, eso si siguiendo el cauce del Río Duero, donde no les faltaba agua que beber, ni verde al burro que comer, el perro podenco cazaba de vez en cuando conejos y liebres, y con ello pasaba su aventura castellana, parece ser que por Aranda de Duero asaltaron una huerta con bastante verdura, y el burro se volvió loco de alegría, al ver como toda la verdura en su boca consumía, más el dueño no tardó en llegar, y con el mango de una azada al burro le quiso calentar, Burro y perro salieron corriendo sabiendo de sobra el daño que van haciendo, Se sentían fanfarrones por aquellos bonitos rincones, y vivían sus emociones mirando al Duero que les daba sus razones. Pronto llegaron denuncias por los daños provocados, y durmiendo por las noches visitaban los sembrados. Muy cerca de Peñafiel, pronto les han encontrado, y en aquel ambiente fiel el perro siempre a ladrado. Los dos negaron los hechos no se sienten aterrados, el burro le dice al perro, el dueño nos ha fallado, les llevaron detenidos, van de cabeza al juzgado, el perro suelta alaridos, y hasta el burro ha rebuznado, los dos pidiendo justicia, al sentirse condenados, el idioma de los burros es imposible aclararlo, en el idioma perruno sus orejas dicen algo, El Juez que dicta sentencia no dejaba nada claro, burro y perro sin comer en cualquier espacio largo, los dos animales listos, esperan poder contarlo, y las tres de la mañana cogen camino al contrario, van alejados del Duero, buscando en el monte amparo, y por las tierras de Soria un nuevo dueño encontraron. G X Cantalapiedra.
Aquel labrador castellano tenía en propiedad, un burro y dos mulas, que las acompañaba un perro podenco diariamente en sus faenas agrícolas, El burro solo salía de su cuadra, cuando las mulas no trabajaban, el resto del tiempo era medio olvidado, la esposa del labrador que se quedaba en casa, ni agua le daba de beber, nunca le daba pienso o paja, para que su estómago de burro pudiera tener fuerza para caminar o cargar con leña en sus costillas, El perro podenco tan solo le daba el pan duro, que el día anterior no se había consumido. Un día el perro podenco en su lenguaje perruno, le decía al burro de raza zamorana, vamos a marcharnos de esta casa miserable, que no se preocupan por nosotros nada, y aquel burro entendió lo que le decía su compañero de fatigas el perro podenco, que sin pensarlo demasiado se marcharon a correr mundo, eso si siguiendo el cauce del Río Duero, donde no les faltaba agua que beber, ni verde al burro que comer, el perro podenco cazaba de vez en cuando conejos y liebres, y con ello pasaba su aventura castellana, parece ser que por Aranda de Duero asaltaron una huerta con bastante verdura, y el burro se volvió loco de alegría, al ver como toda la verdura en su boca consumía, más el dueño no tardó en llegar, y con el mango de una azada al burro le quiso calentar, Burro y perro salieron corriendo sabiendo de sobra el daño que van haciendo, Se sentían fanfarrones por aquellos bonitos rincones, y vivían sus emociones mirando al Duero que les daba sus razones. Pronto llegaron denuncias por los daños provocados, y durmiendo por las noches visitaban los sembrados. Muy cerca de Peñafiel, pronto les han encontrado, y en aquel ambiente fiel el perro siempre a ladrado. Los dos negaron los hechos no se sienten aterrados, el burro le dice al perro, el dueño nos ha fallado, les llevaron detenidos, van de cabeza al juzgado, el perro suelta alaridos, y hasta el burro ha rebuznado, los dos pidiendo justicia, al sentirse condenados, el idioma de los burros es imposible aclararlo, en el idioma perruno sus orejas dicen algo, El Juez que dicta sentencia no dejaba nada claro, burro y perro sin comer en cualquier espacio largo, los dos animales listos, esperan poder contarlo, y las tres de la mañana cogen camino al contrario, van alejados del Duero, buscando en el monte amparo, y por las tierras de Soria un nuevo dueño encontraron. G X Cantalapiedra.