AQUEL HOMBRE CAVANDO EN SU HUERTO
Aquel hombre estaba cavando en su huerto, Tenía ochenta y tres años, que llevaba muy bien, según él siempre se quitaba un par de años, de pronto sintió una voz que le decía. Que haces aquí cavando para quien, el hombre levanto la cabeza y no viendo nadie alrededor, pensó alguien me quiere tomar el pelo, o gastarme una broma, intento seguir cavando, más de nuevo un grito el hombre escuchó, le decía deja de hacer el indio y vete a recoger tu casa, tienes que irte a buscar a tus viejos amigos y vecinos, y volver a juntarte con tu esposa. El hombre se levantó de su surco, y mirando alrededor no veía a nadie, pero esa voz que el escuchaba, le comentó. Ya puedes preparar tu viaje, te quedan horas para marcharte a buscar a tus seres queridos, y a la vez a los amigos que tuviste en esta vida, El hombre aquel se le pusieron los pelos como los erizos, no podía creer lo que le estaba pasando, más intento de nuevo cavar, y la azada se le torcía, sus oídos empezaron a sentir rechinar sus dientes postizos, y sus ojos le lloraban sin cesar, Tuvo que dejar de cavar y marcharse a su casa, donde el hombre aquel vivía solo, al entrar por el portal notó un olor que hacía muchos años que no lo olía, no era normal, pero el hombre si dejó sus cosas en su sitio, su ropa de fiesta sobre una cama donde durmieron sus hijos, sus zapatos mejores y demás ropa sobre las sillas más curiosas de aquella casa de labrador pequeño, Intentaba preparar el ultimo viaje como le decía aquella voz anónima, sin cenar se marchó a su cama, y de pronto empezó a reflexionar sobre sus seres queridos, intento callar la conciencia, pero salían todos en su mente pidiéndole cuentas, otros amigos solo le daban la bienvenida al mundo de los muertos, ya no le quedaban amigos cercanos, y a las once de la noche de aquel mes de septiembre, y otoño, se quedaba dormido para siempre, solo la azada quedaba por el medio del huerto, sin nadie entender su marcha tan rápida, ya que nadie sabía del pueblo, que este hombre estuviera enfermo, Los hijos y nietos le encontraron como si durmiera, y esta vez para la eternidad, donde se fue buscando a su esposa. Y sus viejos amigos de partida de cartas, de toda su vida. DICE UN REFRAN CASTELLANO. SI QUIERES VER A TU MARIDO MUERTO, MONTALE UN HUERTO. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre estaba cavando en su huerto, Tenía ochenta y tres años, que llevaba muy bien, según él siempre se quitaba un par de años, de pronto sintió una voz que le decía. Que haces aquí cavando para quien, el hombre levanto la cabeza y no viendo nadie alrededor, pensó alguien me quiere tomar el pelo, o gastarme una broma, intento seguir cavando, más de nuevo un grito el hombre escuchó, le decía deja de hacer el indio y vete a recoger tu casa, tienes que irte a buscar a tus viejos amigos y vecinos, y volver a juntarte con tu esposa. El hombre se levantó de su surco, y mirando alrededor no veía a nadie, pero esa voz que el escuchaba, le comentó. Ya puedes preparar tu viaje, te quedan horas para marcharte a buscar a tus seres queridos, y a la vez a los amigos que tuviste en esta vida, El hombre aquel se le pusieron los pelos como los erizos, no podía creer lo que le estaba pasando, más intento de nuevo cavar, y la azada se le torcía, sus oídos empezaron a sentir rechinar sus dientes postizos, y sus ojos le lloraban sin cesar, Tuvo que dejar de cavar y marcharse a su casa, donde el hombre aquel vivía solo, al entrar por el portal notó un olor que hacía muchos años que no lo olía, no era normal, pero el hombre si dejó sus cosas en su sitio, su ropa de fiesta sobre una cama donde durmieron sus hijos, sus zapatos mejores y demás ropa sobre las sillas más curiosas de aquella casa de labrador pequeño, Intentaba preparar el ultimo viaje como le decía aquella voz anónima, sin cenar se marchó a su cama, y de pronto empezó a reflexionar sobre sus seres queridos, intento callar la conciencia, pero salían todos en su mente pidiéndole cuentas, otros amigos solo le daban la bienvenida al mundo de los muertos, ya no le quedaban amigos cercanos, y a las once de la noche de aquel mes de septiembre, y otoño, se quedaba dormido para siempre, solo la azada quedaba por el medio del huerto, sin nadie entender su marcha tan rápida, ya que nadie sabía del pueblo, que este hombre estuviera enfermo, Los hijos y nietos le encontraron como si durmiera, y esta vez para la eternidad, donde se fue buscando a su esposa. Y sus viejos amigos de partida de cartas, de toda su vida. DICE UN REFRAN CASTELLANO. SI QUIERES VER A TU MARIDO MUERTO, MONTALE UN HUERTO. G X Cantalapiedra.