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EL BURGO DE OSMA: LA NIEBLA POR EL DUERO Y EL UCERO...

LA NIEBLA POR EL DUERO Y EL UCERO
Era una mañana de esas que llaman frías, por las tierras del Burgo de Osma, la niebla de madrugada tenía color blanco espeso, Y las gentes del aquel contorno que trabajaban la tierra, Pensaron que era un día crudo y malo, hace de esto muchos años, quizá más de noventa, un viejo agricultor me comentó sus andadas, El hombre aquel venía con su borriquillo, camino del Burgo, desde la zona de La Perera, su visibilidad era nula, al bajar el Puerto de Recuerda, comprobó como no se veía ni a diez metros, aunque aquel hombre iba hacer unas compras y a la vez confirmar la venta de su cereal, El Frío de aquella zona no le asustaba, ya que era nacido en las tierras sorianas, Los arboles estaban todas sus ramas llenas de escarcha, y al cruzar el Puente Romano, aquel hombre que iba andando detrás del borriquillo, sintió como una ráfaga de niebla con agua helada, que le dio por pensar, eran las diez y media de la mañana, y le daba miedo el volver sin los recados hechos, parece ser que el hombre aquel con muchos temores continuo camino, y llegó al Burgo de Osma, sobre las dos y media de la tarde, trato de hacer sus recados, y con el miedo en el cuerpo, pronto regreso, de vuelta hacia La Perera, eran fechas de Diciembre, próximas de La Navidad, los días eran cortos, y antes de llegar al Puente Romano, se hizo de noche, Llegando tarde a su casa, donde su familia siempre se temía lo peor, El tiempo que estuvo en El Burgo, era de escarcha brillante y heladora, El Borriquillo con la niebla, le había puesto las orejas blancas, y de vez en cuando movía su cabeza, para eliminar dicha carga. El labrador me comentó, nunca vi una niebla más cerrada, con menos visibilidad, y con un frío penetrante por el cuerpo, que pudiera ser parecido al de la Siberia, no pude montar en el borriquillo, por que me hubiese quedado helado, Paso por el desfiladero de La Güera, cuando se pisaba lo que hoy día es zona de ciclistas y peatonal, y pudo comprobar que el Ucero estaba todo helado, se hubiera podido cruzar por encima, la temperatura de aquel tiempo, quizá fuera de varios grados bajo cero, y las gentes se abrigaban con trajes de pana, y pellizas con cuello de piel, zapatos gordos, y leguis para salvar las piernas. Y su manta de Palencia, que eran de campo, y daban abrigo, más esos días heladores del Burgo son temidos y terribles. G X Cantalapiedra,