NUNCA TUVE PERROS
Es fácil de entender en una casa de muchos hijos nunca hubo perros, eso sí tuvimos animales que todos daban su producción, como fueron los burros, mulas, gallinas, cerdos, conejos, y un gato, Los burros les tenía mucho cariño, eran parte de mis juegos de infancia y juventud, y en el corral de la casa de mis padres, tuvimos muchas corridas de burros, donde muchos niños y niñas de aquella época, se divertían viendo como un burro echaba las orejas hacia atrás y salía corriendo detrás de mis amigos, eso si cuando yo les llamaba a los dos burros, me hacían caso, y terminaba la función. Fueron tiempos de pasarlo bien sin gastar dinero, aun mis amigos de entonces me lo recuerdan cuando voy por mi Villa, tuvimos gallinas y algún gallo que me cogió manía por haberle dado con las porras de los girasoles, y un buen día cuando yo tendría uno seis años, me ataco para dejarme muy asustado, ya que sus alas abiertas y sus espolones te hacían temblar. y los conejos trataba de darles de comer por la alambrada mielgas y grama, que ellos lo agradecían. El gato no paraba en casa nada más que para comer, el resto del tiempo cuidaba del sobrado, donde teníamos paja y cosas de conservar en el otoño, como eran las uvas y melones, y subiendo al tejado de dicha casa tenía peleas con otros gatos de algún vecino, algunas veces por estar con las gatas, Mi infancia no era nunca aburrida, siempre tuve amigos y animales para animarme, y ver la vida con optimismo. Eran tiempos donde la imaginación dejaba a un lado el comprar juguetes, ya que las economías de muchas familias eran de ver la peseta rubia por los dos lados. Y con muy poco nos conformamos, siendo niños felices sin demasiados traumas. La escuela era publica, pero en ella nos preparamos para salir a buscarnos la vida dignamente sin demasiados problemas. Nunca me queje, ni quiero hacerlo ahora, La universidad de nuestra generación fue la calle y el trabajar desde muy niños, teniendo que inmigrar donde cada cual pudo o quiso. Así y todo, fuimos felices en aquel ambiente de mi tierra castellana. Hoy día tenemos un perro podenco, que es listo, tiene mucha energía, no para, y le gusta comer lo que comemos los humanos. Eso si sabe aullar como los lobos. Y levanta la cabeza para decir aquí estoy yo. Siendo forofo de la tierra soriana del Burgo de Osma, donde conserva a su mejor amigo, el perro Trigo. G X Cantalapiedra.
Es fácil de entender en una casa de muchos hijos nunca hubo perros, eso sí tuvimos animales que todos daban su producción, como fueron los burros, mulas, gallinas, cerdos, conejos, y un gato, Los burros les tenía mucho cariño, eran parte de mis juegos de infancia y juventud, y en el corral de la casa de mis padres, tuvimos muchas corridas de burros, donde muchos niños y niñas de aquella época, se divertían viendo como un burro echaba las orejas hacia atrás y salía corriendo detrás de mis amigos, eso si cuando yo les llamaba a los dos burros, me hacían caso, y terminaba la función. Fueron tiempos de pasarlo bien sin gastar dinero, aun mis amigos de entonces me lo recuerdan cuando voy por mi Villa, tuvimos gallinas y algún gallo que me cogió manía por haberle dado con las porras de los girasoles, y un buen día cuando yo tendría uno seis años, me ataco para dejarme muy asustado, ya que sus alas abiertas y sus espolones te hacían temblar. y los conejos trataba de darles de comer por la alambrada mielgas y grama, que ellos lo agradecían. El gato no paraba en casa nada más que para comer, el resto del tiempo cuidaba del sobrado, donde teníamos paja y cosas de conservar en el otoño, como eran las uvas y melones, y subiendo al tejado de dicha casa tenía peleas con otros gatos de algún vecino, algunas veces por estar con las gatas, Mi infancia no era nunca aburrida, siempre tuve amigos y animales para animarme, y ver la vida con optimismo. Eran tiempos donde la imaginación dejaba a un lado el comprar juguetes, ya que las economías de muchas familias eran de ver la peseta rubia por los dos lados. Y con muy poco nos conformamos, siendo niños felices sin demasiados traumas. La escuela era publica, pero en ella nos preparamos para salir a buscarnos la vida dignamente sin demasiados problemas. Nunca me queje, ni quiero hacerlo ahora, La universidad de nuestra generación fue la calle y el trabajar desde muy niños, teniendo que inmigrar donde cada cual pudo o quiso. Así y todo, fuimos felices en aquel ambiente de mi tierra castellana. Hoy día tenemos un perro podenco, que es listo, tiene mucha energía, no para, y le gusta comer lo que comemos los humanos. Eso si sabe aullar como los lobos. Y levanta la cabeza para decir aquí estoy yo. Siendo forofo de la tierra soriana del Burgo de Osma, donde conserva a su mejor amigo, el perro Trigo. G X Cantalapiedra.