AQUEL HOMBRE RECLAMABA
Era un hombre de 90, años, su salud andaba endeble, y comentó a sus hijos que le enterraran en el huerto que el tenia cerca del río Ucero, los hijos vieron imposible su forma de ser enterrado, su padre al enterarse que no daban permiso, llegó hablar hasta con el segundo párroco del obispo, pero todo eran anulaciones y problemas imposibles de resolver, Una noche viendo la televisión se dio cuenta, que después de falleció podían incinerarle, y sus cenizas enterrarlas en dicho huerto. Todo parecía arreglado pero una nuera parece que se imponía a darle su capricho por bueno, e intentaba que fuera al sepulcro de su esposa fallecida hacía años, el hombre al ver el asunto serio y repulsivo, se marchó hasta la notaría, para dejar un documento sobre su futuro una vez muerto, El hombre en publico no comentaba nada, pero a su amigo de toda la vida un poco más pequeño en edad que él, le comentó su voluntad, de ser incinerado en Soria, ciudad, y trasladarlo al Burgo de Osma, hecho ceniza, Para descansar en su huerto toda la eternidad, El documento o sea un copia, la tenía aquel hombre amigo suyo, que meses más tarde tuvo que intervenir para impedir la voluntad de aquella nuera dominadora, que todo su instinto era llevarle al cementerio, El amigo habló con los hijos, y estos se callaban, el amigo se marchó hasta el juzgado, donde el juez de guardia cambio el proyecto de su nuera e hijos, teniéndole que llevar hasta Soria ciudad, y volver al Burgo hecho ceniza, la familia les supo muy mal aquel final de la vida de aquel hombre, que gracias a su amigo logró su objetivo, en el momento de fallecer, Creo que las voluntades finales están para respetarlas, aunque a veces no nos gusten, por ser diferentes a nuestros pensamientos, pero es normal cada ser humano piensa distinto, no anulemos las ideas de las personas que en vida decidieron su futuro, por muy raro que nos parezca, estamos de paso y solo somos cedulas vivientes que terminan agonizando, no traspasemos voluntades ajenas. G X Cantalapiedra.
Era un hombre de 90, años, su salud andaba endeble, y comentó a sus hijos que le enterraran en el huerto que el tenia cerca del río Ucero, los hijos vieron imposible su forma de ser enterrado, su padre al enterarse que no daban permiso, llegó hablar hasta con el segundo párroco del obispo, pero todo eran anulaciones y problemas imposibles de resolver, Una noche viendo la televisión se dio cuenta, que después de falleció podían incinerarle, y sus cenizas enterrarlas en dicho huerto. Todo parecía arreglado pero una nuera parece que se imponía a darle su capricho por bueno, e intentaba que fuera al sepulcro de su esposa fallecida hacía años, el hombre al ver el asunto serio y repulsivo, se marchó hasta la notaría, para dejar un documento sobre su futuro una vez muerto, El hombre en publico no comentaba nada, pero a su amigo de toda la vida un poco más pequeño en edad que él, le comentó su voluntad, de ser incinerado en Soria, ciudad, y trasladarlo al Burgo de Osma, hecho ceniza, Para descansar en su huerto toda la eternidad, El documento o sea un copia, la tenía aquel hombre amigo suyo, que meses más tarde tuvo que intervenir para impedir la voluntad de aquella nuera dominadora, que todo su instinto era llevarle al cementerio, El amigo habló con los hijos, y estos se callaban, el amigo se marchó hasta el juzgado, donde el juez de guardia cambio el proyecto de su nuera e hijos, teniéndole que llevar hasta Soria ciudad, y volver al Burgo hecho ceniza, la familia les supo muy mal aquel final de la vida de aquel hombre, que gracias a su amigo logró su objetivo, en el momento de fallecer, Creo que las voluntades finales están para respetarlas, aunque a veces no nos gusten, por ser diferentes a nuestros pensamientos, pero es normal cada ser humano piensa distinto, no anulemos las ideas de las personas que en vida decidieron su futuro, por muy raro que nos parezca, estamos de paso y solo somos cedulas vivientes que terminan agonizando, no traspasemos voluntades ajenas. G X Cantalapiedra.