AQUELLOS JOVENES A LA TRES Y MEDIA DE LA MADRUGADA.
La noche se vino encima para aquellos cinco jovenes, que en el pueblo de sus abuelos decidieron irse de fiesta. Todos pensando lo mismo, que la vida es una juerga, que si se tienen dieciocho años habrá que tenerlo en cuenta. Los cinco beben sin rumbo, y pregonan en la noche que la vida es una fiesta. Corre el alcohol por sus venas, y hay caminos muy siniestros, y jamás nadie comenta que la noche deja muertos, el coche que conducían era por siempre su prueba, acelerón que metían, y temblaban las cunetas. Los jovenes sin temores ven como se va la fiesta, y piensan en el regreso, que tiene dos o tres cuestas. El Duero sigue en el medio, y su Puente nunca es presa, todos niegan el remedio de alguna mala sorpresa, Un jabalí con sus dientes les sale de la cuneta, y el coche rompe su chapa y los jovenes lo aumentan, el miedo a la negra noche, el terror que representa, es hora de poner broche sin ver como se comenta. Magulladuras no grabes, la muerte sigue su meta, los cinco jovenes temblando y sin ninguna maleta. Su coche que apenas gira tiene la chapa revuelta, el dueño piensa y suspira lo que luego se comenta. Cinco jovenes sin miedo, con la conciencia revuelta, algunos temen enredo en su casa medio abierta. Eran tiempos de verano, algunos su miedo alerta, cuando llegan a su casa dice que tienen tormenta, Quieren contar sus verdades, pero las dudas aumentan, hablan de las soledades de animales de esta tierra. Nadie contó las verdades, la mañana está siniestra, el seguro dice nones y no quiere ver la cuenta. Los cinco jovenes callan, y si hablaran las cunetas, nadie comprende las vallas de ciertas noches inquietas. La muerte siempre rondando, viene deprisa y contenta, y los jovenes callando cuando la verdad se ausenta. Velocidad sin temores, en estrechas carreteras, que pueden dejar dolores en las noches pasajeras. G X Cantalapiedra.
La noche se vino encima para aquellos cinco jovenes, que en el pueblo de sus abuelos decidieron irse de fiesta. Todos pensando lo mismo, que la vida es una juerga, que si se tienen dieciocho años habrá que tenerlo en cuenta. Los cinco beben sin rumbo, y pregonan en la noche que la vida es una fiesta. Corre el alcohol por sus venas, y hay caminos muy siniestros, y jamás nadie comenta que la noche deja muertos, el coche que conducían era por siempre su prueba, acelerón que metían, y temblaban las cunetas. Los jovenes sin temores ven como se va la fiesta, y piensan en el regreso, que tiene dos o tres cuestas. El Duero sigue en el medio, y su Puente nunca es presa, todos niegan el remedio de alguna mala sorpresa, Un jabalí con sus dientes les sale de la cuneta, y el coche rompe su chapa y los jovenes lo aumentan, el miedo a la negra noche, el terror que representa, es hora de poner broche sin ver como se comenta. Magulladuras no grabes, la muerte sigue su meta, los cinco jovenes temblando y sin ninguna maleta. Su coche que apenas gira tiene la chapa revuelta, el dueño piensa y suspira lo que luego se comenta. Cinco jovenes sin miedo, con la conciencia revuelta, algunos temen enredo en su casa medio abierta. Eran tiempos de verano, algunos su miedo alerta, cuando llegan a su casa dice que tienen tormenta, Quieren contar sus verdades, pero las dudas aumentan, hablan de las soledades de animales de esta tierra. Nadie contó las verdades, la mañana está siniestra, el seguro dice nones y no quiere ver la cuenta. Los cinco jovenes callan, y si hablaran las cunetas, nadie comprende las vallas de ciertas noches inquietas. La muerte siempre rondando, viene deprisa y contenta, y los jovenes callando cuando la verdad se ausenta. Velocidad sin temores, en estrechas carreteras, que pueden dejar dolores en las noches pasajeras. G X Cantalapiedra.