AQUEL HOMBRE MENDIGANDO
Eran los años de1950, aquel hombre que llegó a El Burgo de Osma a mendigar, se le veía discapacitado, una pierna la llevaba a rastras, y sobre su hombro una pequeña manta roída y unas alforjas viejas. Era verle un espectáculo bastante triste, ya que su vestimenta era de andrajos, alguien le pregunto de donde era, el hombre contesto que de Soria, más no dijo de qué lugar, el hombre estuvo casi todo el día pidiendo limosna de casa en casa, y su presencia era demasiado triste, pensar en su situación, cargado con sus alforjas su pequeña manta y su bastón para sujetarse era un drama, al caer la tarde de aquel mes de septiembre, este hombre buscó un lugar para poder descansar, y sobre su mente volaban ideas de quitarse del medio, tuvo la suerte de un labrador pequeño en Osma, dejarle dormir en la cuadra con su ganado, y encima pasarle un poco de sopa caliente, para que se reanimara, A la mañana siguiente el hombre se levanto y en la pila donde bebían las acémilas se lavo la cara, y con las mismas dando gracias aquel hombre labrador pequeño, marchó camino de nadie sabe dónde, Este hombre que nadie se intereso por él, ni quisieron saber de donde venia. Eran tiempos difíciles, acababa de terminar en España el racionamiento, no existían ayudas para esas personas medio invalidas, y el mendigar era su última esperanza, aquellos dramas eran dolorosos, más existían en muchas poblaciones personas como esta, que caminaban como diría un marino, A la deriva. Que cuando se morían parecía que algunos humanos querían entenderlo, La conciencias de muchas personas la callaban diciendo, “Sabrá dios el porque esta ese hombre con tantas calamidades encima, que dios le ampare”. Que palabras más poco consoladoras, que mundo el de entonces sin ayuda ni pensiones, ni tampoco por tener una minusvalía recibían nada de dinero. Recuerdo en mi niñez, cuando una reata de pobres de mi Villa, recorrían todas las calles donde existían labradores fuertes, y les daban un puñado de garbanzos, o un poco de tocino, todos los viernes del año. Incluso tenían una chabola que llamaban la Casa de los Pobres. Lugar de piojos y miseria, que tiempos tan tristes. Como nos afectaba a todos los niños aquellos dramas. G X Cantalapiedra.
Eran los años de1950, aquel hombre que llegó a El Burgo de Osma a mendigar, se le veía discapacitado, una pierna la llevaba a rastras, y sobre su hombro una pequeña manta roída y unas alforjas viejas. Era verle un espectáculo bastante triste, ya que su vestimenta era de andrajos, alguien le pregunto de donde era, el hombre contesto que de Soria, más no dijo de qué lugar, el hombre estuvo casi todo el día pidiendo limosna de casa en casa, y su presencia era demasiado triste, pensar en su situación, cargado con sus alforjas su pequeña manta y su bastón para sujetarse era un drama, al caer la tarde de aquel mes de septiembre, este hombre buscó un lugar para poder descansar, y sobre su mente volaban ideas de quitarse del medio, tuvo la suerte de un labrador pequeño en Osma, dejarle dormir en la cuadra con su ganado, y encima pasarle un poco de sopa caliente, para que se reanimara, A la mañana siguiente el hombre se levanto y en la pila donde bebían las acémilas se lavo la cara, y con las mismas dando gracias aquel hombre labrador pequeño, marchó camino de nadie sabe dónde, Este hombre que nadie se intereso por él, ni quisieron saber de donde venia. Eran tiempos difíciles, acababa de terminar en España el racionamiento, no existían ayudas para esas personas medio invalidas, y el mendigar era su última esperanza, aquellos dramas eran dolorosos, más existían en muchas poblaciones personas como esta, que caminaban como diría un marino, A la deriva. Que cuando se morían parecía que algunos humanos querían entenderlo, La conciencias de muchas personas la callaban diciendo, “Sabrá dios el porque esta ese hombre con tantas calamidades encima, que dios le ampare”. Que palabras más poco consoladoras, que mundo el de entonces sin ayuda ni pensiones, ni tampoco por tener una minusvalía recibían nada de dinero. Recuerdo en mi niñez, cuando una reata de pobres de mi Villa, recorrían todas las calles donde existían labradores fuertes, y les daban un puñado de garbanzos, o un poco de tocino, todos los viernes del año. Incluso tenían una chabola que llamaban la Casa de los Pobres. Lugar de piojos y miseria, que tiempos tan tristes. Como nos afectaba a todos los niños aquellos dramas. G X Cantalapiedra.