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EL BURGO DE OSMA: SILBANDO Y CON SU FLAUTA...

SILBANDO Y CON SU FLAUTA
Hace ahora unos cien años, que cuentan que un zagalillo de la comarca del Burgo de Osma, hacia sonar un silbido y después su flauta. Más a su llamada aparecía una culebra bastante hermosa, que se quedaba medio anhelada al oír al flautista, incluso el zagalillo le daba en un cuenco un poco de leche de oveja, y la culebra se sentía a gusto en tan precioso paisaje, fueron pasando los días y quizá los meses, y el zagalillo emigro a la ciudad de Zaragoza, y la culebra se ve que venia todos los días para ver si le daba su ración de leche, el zagalillo volvió a los tres años. Para ver a su familia, y entonces se acordó de aquella culebra que el cuidaba y la hacía feliz con su flauta, el joven se marchó hasta donde tocaba la flauta, y empezó viendo que la culebra aparecía, y que se ponía de manos al ver que la leche no llegaba, El zagalillo cogió miedo a la culebra, y salió corriendo de allí, al ver que no tenía leche para darla, quizá la culebra tuviera un metro y medio de larga, y el zagalillo anduvo deprisa para llegar a su antiguo domicilio. Cuando contó su historia todos le llamaban loco, había jugado con una fiera imposible de saber sus intenciones, todas las personas de su pueblo le decían imprudente, como se te ha ocurrido ir a visitar a dicha fiera, el joven se veía un poco disgustado, le decían si es una víbora te mata, y esa culebra te estaba esperando para darte su castigo por abandonarla. El joven volvió de nuevo a Zaragoza, pero a nadie contó su aventura, parecía cosa del diablo, nadie se fiaba de una culebra, comentaban en su pueblo, estas culebras se comen liebres y conejos, y si tiene hambre hasta los perros de pastores les atacan, más sin embargo el zagalillo flautista, llegó a tener tanta amistad con dicha culebra, que, en su trabajo de zagal, ni le ataco ni intento agredir a sus corderos y perros. Hay cosas que no se entienden, pero el cuento del Flautista de Hamelid parece imposible, pero en el reino animal nunca se sabe dónde está el límite. G X Cantalapiedra.