CUANDO FALLA LA MEMORIA
Aquellos dos ancianos que paseaban a diario por las orillas del Río Ucero, se comentaban sus vidas como simples viajeros, Eran memorias medio perdidas, ya que los dos hombres trabajaron hacía muchos años en el extranjero, y cada cual asumía el riesgo que les dio ganar dinero, ahora los dos caminaban no queriendo ser más viejos, su memoria les fallaba sin ellos así entenderlo. Hablaban de muchos sueños que nunca los comprendieron, de ser pobres emigrantes que buscaban el dinero, de vez en cuando la vida les dejo bellos recuerdos, arbolados con sus vistas que fueron de terciopelo, comentaban sus promesas de volver pronto a su pueblo, pero no quiso el destino hacer tan pronto el regreso. Los dos mirando el camino, los dos hablando del Duero, era sentir la nostalgia que puede marcar el suelo. Sin pretender engañarse comentaban bien sus sueños, y los dos hombres sencillos hablaban de algunos duelos. Cuando falla la memoria, y no sabes bien tu credo, se puede cambiar la historia y hacer tu pasado enredo. Comentaban aventuras de paisajes de gran vuelo, y supieron de diabluras que nunca fueron consuelo. Los dos contando placeres que sé que no los vivieron, no vieron muchas mujeres ni con ellas transigieron. Cada día se contaban pasajes que no ocurrieron, sobre su mente flotaban leyendas de mil senderos. Las tardes iban marcando muchos tiempos pasajeros, los ancianos esperando poder gozar estos tiempos. Atrás quedaban palabras con proyectos embusteros, la vida les puso trabas, tan solo fueron obreros. El Río Ucero les deja viendo describir sus cuentos, y la memoria se queja al ver que les falta alientos. Los años nunca perdonan, y más si vives muy lejos, cuando los sueños razonan pueden brillar los complejos. Los dos ancianos esperan regresar junto a su pueblo, y temen el cementerio donde a las gentes entierran. Cada cual, con su destino, a veces con su silencio, ya nadie busca su signo ni quiere ver el desprecio. G X Cantalapiedra.
Aquellos dos ancianos que paseaban a diario por las orillas del Río Ucero, se comentaban sus vidas como simples viajeros, Eran memorias medio perdidas, ya que los dos hombres trabajaron hacía muchos años en el extranjero, y cada cual asumía el riesgo que les dio ganar dinero, ahora los dos caminaban no queriendo ser más viejos, su memoria les fallaba sin ellos así entenderlo. Hablaban de muchos sueños que nunca los comprendieron, de ser pobres emigrantes que buscaban el dinero, de vez en cuando la vida les dejo bellos recuerdos, arbolados con sus vistas que fueron de terciopelo, comentaban sus promesas de volver pronto a su pueblo, pero no quiso el destino hacer tan pronto el regreso. Los dos mirando el camino, los dos hablando del Duero, era sentir la nostalgia que puede marcar el suelo. Sin pretender engañarse comentaban bien sus sueños, y los dos hombres sencillos hablaban de algunos duelos. Cuando falla la memoria, y no sabes bien tu credo, se puede cambiar la historia y hacer tu pasado enredo. Comentaban aventuras de paisajes de gran vuelo, y supieron de diabluras que nunca fueron consuelo. Los dos contando placeres que sé que no los vivieron, no vieron muchas mujeres ni con ellas transigieron. Cada día se contaban pasajes que no ocurrieron, sobre su mente flotaban leyendas de mil senderos. Las tardes iban marcando muchos tiempos pasajeros, los ancianos esperando poder gozar estos tiempos. Atrás quedaban palabras con proyectos embusteros, la vida les puso trabas, tan solo fueron obreros. El Río Ucero les deja viendo describir sus cuentos, y la memoria se queja al ver que les falta alientos. Los años nunca perdonan, y más si vives muy lejos, cuando los sueños razonan pueden brillar los complejos. Los dos ancianos esperan regresar junto a su pueblo, y temen el cementerio donde a las gentes entierran. Cada cual, con su destino, a veces con su silencio, ya nadie busca su signo ni quiere ver el desprecio. G X Cantalapiedra.