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ERA SU PENSAMIENTO DE DESPEDIDA.
Aquel hombre con su salud mermada, y sus setenta años encima, le quedaban pocas fechas que cumplir, el cáncer estaba ocupando su cuerpo por entero, las ramificaciones iban en aumento, y sus fuerzas se notaban cada día peor, en sus noches de largo sufrimiento pensaba que poder hacer en sus últimos días de vida. Este hombre tenía un poco de tirria a un político que nunca trabajo, siempre vivió del cuento, y solo verle le levantada ardor de estómago. y sobre su mente pensaba usar su escopeta de caza, y darle medicina de la que el pregonaba a voz abierta. Fueron noches malas, la memoria le empezaba a fallar, y repaso su escopeta, sus cartuchos de ir de caza para matar jabalíes, todo parecía ser normal, quería calcular los días que le quedaban de vida aproximadamente, los médicos no le afirmaban nada exacto, y sus fuerzas flaqueaban, teniendo que pedir ayuda incluso para levantarse de la cama, su sobrina con la que vivía, no conocía sus pensamientos tan malos, y el hombre intentaba caminar por esas calles de su ciudad, para ver si podría llegar a esperar a dicho personaje, que no era nada fácil coincidir con él, este hombre parece que un día de esos que estaba con algo de voluntad, intento su hecho trágico, más no pudo ver a su enemigo que batir, y tuvo que volver a su casa con aquella bolsa donde llevaba escondido su arma, fueron dos veces que fracaso en su intento, y a la tercera, no pudo llegar, cayéndose en el camino al estar sin ninguna fuerza, y terminar en urgencias del hospital donde le trataban su maldita enfermedad. Y lugar donde fallecía tres días después, sin nadie saber donde se fue a parar su escopeta, que montaron en la ambulancia dentro de aquella bolsa, se ve que alguien le agrado quedarse con ella, el hombre aquel ni pregunto ni tuvo ocasión de preguntar, estuvo los tres días medio en coma profundo, y su voz ni se escucho en urgencias, donde fallecía como una persona anónima y sin ninguna fama de ser un cazador de personas que no le habían caído bien nunca. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre con su salud mermada, y sus setenta años encima, le quedaban pocas fechas que cumplir, el cáncer estaba ocupando su cuerpo por entero, las ramificaciones iban en aumento, y sus fuerzas se notaban cada día peor, en sus noches de largo sufrimiento pensaba que poder hacer en sus últimos días de vida. Este hombre tenía un poco de tirria a un político que nunca trabajo, siempre vivió del cuento, y solo verle le levantada ardor de estómago. y sobre su mente pensaba usar su escopeta de caza, y darle medicina de la que el pregonaba a voz abierta. Fueron noches malas, la memoria le empezaba a fallar, y repaso su escopeta, sus cartuchos de ir de caza para matar jabalíes, todo parecía ser normal, quería calcular los días que le quedaban de vida aproximadamente, los médicos no le afirmaban nada exacto, y sus fuerzas flaqueaban, teniendo que pedir ayuda incluso para levantarse de la cama, su sobrina con la que vivía, no conocía sus pensamientos tan malos, y el hombre intentaba caminar por esas calles de su ciudad, para ver si podría llegar a esperar a dicho personaje, que no era nada fácil coincidir con él, este hombre parece que un día de esos que estaba con algo de voluntad, intento su hecho trágico, más no pudo ver a su enemigo que batir, y tuvo que volver a su casa con aquella bolsa donde llevaba escondido su arma, fueron dos veces que fracaso en su intento, y a la tercera, no pudo llegar, cayéndose en el camino al estar sin ninguna fuerza, y terminar en urgencias del hospital donde le trataban su maldita enfermedad. Y lugar donde fallecía tres días después, sin nadie saber donde se fue a parar su escopeta, que montaron en la ambulancia dentro de aquella bolsa, se ve que alguien le agrado quedarse con ella, el hombre aquel ni pregunto ni tuvo ocasión de preguntar, estuvo los tres días medio en coma profundo, y su voz ni se escucho en urgencias, donde fallecía como una persona anónima y sin ninguna fama de ser un cazador de personas que no le habían caído bien nunca. G X Cantalapiedra.