AQUEL HOMBRE MACHISTA
Aquel hombre machista que a su esposa le daba muy mala vida, y encima la decía cuando él se enfadaba, “a la mujer y a la burra zurra, con razón o sin ella dale leña”. Este hombre machista de pura raza, un hombre sin conciencia ni escrúpulos, pero como dice un refrán castellano, A cada gorrino le llega su San Martín, y fue así como este hombre despiadado, que con su cinturón a la esposa había pegado varias veces, como a su madre la pegaba también su padre, y parece que él copio, sin defenderla nunca a su madre de tan bárbara agresión, más este hombre con sesenta años sufrió un ictus, y su forma de hablar se quedó paralizada, entonces su esposa le devolvió la jugada, aunque nunca le llegó a pegar, haciéndole ver que era un machista roto, que no se podía valer ni para ponerse su ropa, y caminaba como se suele decir, con la cruz al hombro echada, este hombre lloraba en su silencio, era como se dice en Castilla, una piltrafa de ser humano, cada mañana al vestirse se veía inútil, sin poder pedir nada ya que nadie le entendía su forma de explicarse, demasiado buena fue su esposa, que día a día intentaba que pudiera caminar el solo, que cogiera con las manos la cubertería, y pudiera escribir lo que en ese momento le hiciera falta. Este hombre lloraba de rabia, su labranza tuvo que su esposa alquilarla, ya que ese ictus le dejaba invalido de por vida, y su tractor quedó abandonado en aquella cochera donde aguantaba el frío soriano, el hombre no quería firmar nada, y además es que no podía firmar al verse invalido, este hombre paso tres años con ese problema grabe, y una noche de esas de invierno crudo como dicen por esas tierras, que el ictus parece que le repitió con más fuerza, y su corazón se paró para siempre, la esposa no podía llorar, ya había llorado en tiempos de su juventud, con los desprecios y falsedades que la decía aquel hombre machista, que seguro cuando se vio tan inútil se maldecía el solo, al ver su historia tan mala, y su pasado tan fatal, hay palabras que se quedan mudas, y reflexiones que solo el enfermo las sabe, La esposa una vez viuda, no quiso volverse nunca a casar, ya pasó bastantes calamidades que quedaron ocultas en su vivienda, con aquel hombre machista sin conciencia, que el tiempo le pasó factura. NO HAY MAL QUE CIEN AÑOS DURE, NI CUERPO QUE LO RESISTA. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre machista que a su esposa le daba muy mala vida, y encima la decía cuando él se enfadaba, “a la mujer y a la burra zurra, con razón o sin ella dale leña”. Este hombre machista de pura raza, un hombre sin conciencia ni escrúpulos, pero como dice un refrán castellano, A cada gorrino le llega su San Martín, y fue así como este hombre despiadado, que con su cinturón a la esposa había pegado varias veces, como a su madre la pegaba también su padre, y parece que él copio, sin defenderla nunca a su madre de tan bárbara agresión, más este hombre con sesenta años sufrió un ictus, y su forma de hablar se quedó paralizada, entonces su esposa le devolvió la jugada, aunque nunca le llegó a pegar, haciéndole ver que era un machista roto, que no se podía valer ni para ponerse su ropa, y caminaba como se suele decir, con la cruz al hombro echada, este hombre lloraba en su silencio, era como se dice en Castilla, una piltrafa de ser humano, cada mañana al vestirse se veía inútil, sin poder pedir nada ya que nadie le entendía su forma de explicarse, demasiado buena fue su esposa, que día a día intentaba que pudiera caminar el solo, que cogiera con las manos la cubertería, y pudiera escribir lo que en ese momento le hiciera falta. Este hombre lloraba de rabia, su labranza tuvo que su esposa alquilarla, ya que ese ictus le dejaba invalido de por vida, y su tractor quedó abandonado en aquella cochera donde aguantaba el frío soriano, el hombre no quería firmar nada, y además es que no podía firmar al verse invalido, este hombre paso tres años con ese problema grabe, y una noche de esas de invierno crudo como dicen por esas tierras, que el ictus parece que le repitió con más fuerza, y su corazón se paró para siempre, la esposa no podía llorar, ya había llorado en tiempos de su juventud, con los desprecios y falsedades que la decía aquel hombre machista, que seguro cuando se vio tan inútil se maldecía el solo, al ver su historia tan mala, y su pasado tan fatal, hay palabras que se quedan mudas, y reflexiones que solo el enfermo las sabe, La esposa una vez viuda, no quiso volverse nunca a casar, ya pasó bastantes calamidades que quedaron ocultas en su vivienda, con aquel hombre machista sin conciencia, que el tiempo le pasó factura. NO HAY MAL QUE CIEN AÑOS DURE, NI CUERPO QUE LO RESISTA. G X Cantalapiedra.