LA RIBERA DEL RÍO UCERO
Caminando sin gran prisa
voy mirando girasoles,
a veces notas la brisa
que la anulan ciertos roles.
El Ucero va marchando
con su corriente tranquilo,
el ambiente va flotando
viendo el paisaje que enfilo.
Girasoles que te empujan
a pensar en buenas tierras,
que los eriales estrujan
y suelen hacer sus guerras.
Huertos que no tiene nada,
tan solo hierbas salvajes,
su labor fue abandonada
con maletas de equipajes.
La tierra deja sus frutos
cuando la labras con ganas,
y te suele dar disgustos
sí ves sucias sus mañanas.
Linderones en caminos
que parecen cementerios,
hierbajos rompe destinos
que marcan asuntos serios.
Que buena tierra El Ucero,
con sus huertos florecidos,
no muy lejos sigue El Duero
con sus pinos siempre erguidos.
Los eriales son lamentos
de tierras abandonadas,
donde afloran sufrimientos
sobre fincas mal labradas.
El Burgo y sus caminantes
divisan fincas perdidas,
nadie quiere esos instantes
de Riberas no floridas.
G X Cantalapiedra.
9 – 8 – 2024.
Caminando sin gran prisa
voy mirando girasoles,
a veces notas la brisa
que la anulan ciertos roles.
El Ucero va marchando
con su corriente tranquilo,
el ambiente va flotando
viendo el paisaje que enfilo.
Girasoles que te empujan
a pensar en buenas tierras,
que los eriales estrujan
y suelen hacer sus guerras.
Huertos que no tiene nada,
tan solo hierbas salvajes,
su labor fue abandonada
con maletas de equipajes.
La tierra deja sus frutos
cuando la labras con ganas,
y te suele dar disgustos
sí ves sucias sus mañanas.
Linderones en caminos
que parecen cementerios,
hierbajos rompe destinos
que marcan asuntos serios.
Que buena tierra El Ucero,
con sus huertos florecidos,
no muy lejos sigue El Duero
con sus pinos siempre erguidos.
Los eriales son lamentos
de tierras abandonadas,
donde afloran sufrimientos
sobre fincas mal labradas.
El Burgo y sus caminantes
divisan fincas perdidas,
nadie quiere esos instantes
de Riberas no floridas.
G X Cantalapiedra.
9 – 8 – 2024.