Tic, tac, tic, tac......
Tic, tac, tic, tac… la manecilla del
reloj parece que se limita a cumplir con su rutina horaria. Pero no, desde hace unos días el sonido del reloj suena igual, pero lo empezamos a notar distinto. Y esa diferencia la establece fundamentalmente la emoción. Ya hace calor, ya hay más chicos jugando en la
plaza, ya hay más mayores a este lado de la barra de
bar, y ya hay una mirada distinta en todos, pequeños y mayores. Hay que estar en
Blacos o haber pasado por allí para darse
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