Hola, Qué tal? No descubro nada nuevo si digo que las palabras, y las frases, mantiene su significado eternamente pero pueden cambiar sus sentido con el paso del tiempo y con la acumulación de nuevas experiencias de quien las utiliza para escribir. Y eso me ha pasado con esta frase que quieres que argumente. Cuando la escribí me refería a que el contacto con una epidemia nueva, tan grave como desconocida, había contribuido a cambiar algunas de nuestras formas de ser, y precisamente por eso se rompían principios que creíamos inquebrantables. Nos volvíamos más sociables y solidarios al ser todos víctimas de una incognita común. Pero al mismo tiempo, o sólo un poco después, nos recluíamos sobre sí mismos para mejorar nuestros respeto hacía los demás, y preservábamos nuestra intimidad de una manera más sólida para evitar el conocimiento ajeno de nuestros usos y costumbres. Eso era hasta ahí, cuando escribí esas frases. Pero ahora pueden cobrar un sentido totalmente distinto, porque con la llamada "nueva normalidad" hemos empezado una carrera desbocada para ser los primeros en recobrar nuestra vida anterior a marzó de 2020. Y en esa carrerar dejamos al descubierto los egoísmos y la sinrazón que siempre impera en nuestra vida, como seres humanos que somos, llenos de fallos pero a la vez llenos, o escasos, de virtudes que moldean la personalidad de cada uno de nosotros. Esos aplausos solidarios a las ocho de la tarde han dado paso a las rondas de cañas a cara descubierta, sin otra distancia que que la que marca la botella o la barra del bar. Quiere significar también la memoria quebradiza que atesoramos y nuestra actuación que se mueve a impulsos. Los seres humanos somos mucho menos predecibles cuando no hay una espada de Damocles encima de nuestras cabezas. Sólo un peligro comun, incontrolable y que pone en serio riesgo nuestras vidas nos hace comportarnos con el virtuosismo que tiene una orquesta sinfónica. Eb el mismo instante en que ese peligro desaparece pasamos a ser una banada de solistas en la que cada uno coge el instrumento que le da la gana e interpreta la sinfonía que le apetece. Hasta ahí llega mi argumento. Espero que lo entiendas.
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