No muy lejos de allí, me encontré con otra agradable pareja. Eran Francisco y Hortensia. Ellos, me explicarón y me enseñarón, los lugares de interés que allí se podía visitar, me hablaron del
pueblo, del pastor que tenía un gran número de cabezas de
ovejas pero que, lamentablemente aquel día no se encontraba por allí, la subida al
castillo, la
pasarela..., por eso yo les llamo mis "cicerones" particulares, porque amablemente estuvieron charlando conmigo y dejando que les fotografiara. De verdad que siempre lo diré ¡Que buena gente encontré aquel día en
Espeja de san Marcelino! ¡No cambieis nunca sois auténticos!