Según la leyenda,
San Roque nació en el seno de una
familia rica en la ciudad francesa de Montpellier en 1295. Siendo muy
joven dejó todos los bienes y marchó en peregrinación hacia
Italia, donde había una epidemia de peste. Se didicó a cuidar a los apestados, hasta que él mismo se enfermó.
Entonces se retiró a un bosque, solo y abandonado, y estaba a punto de morir de hambre cuando apareció un perro que le traía cada día alimentos (una flauta de
pan, según otra versión) y le lamía las heridas.
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