Que grandeza, que majestuosidad, que limpieza, que silencio. No hay bloques de piso en cien kms a la redonda. No hay turistas. Aqui solo vienen viajeros. Qué aventura, qué aire más limpio, que horizonte tan grandioso, que de angulos, que de luces, que de dioses rondando por las esquinas, y que de agua, que de vino, que abandono, que amaneceres, que puestas, que nostalgia. Gormaz, en una palabra. El castillo es tan grande como el pueblo. Una pasada. Os lo recomiendo. El hombre es un ser de lejanías. Venía el otro día de Almazán por Centenera, y al llegar a Andaluz, se descubre tambien la silueta de Gormaz al fondo. Sería curioso y sorprendente ver sobre el mapa de Soria sobreados todos los lugares desde donde se ve este castillo. He vuelto a Gormaz. Al poco de entrar en la provincia viniendo desde mis exilios nororientales, se descubre su silueta a lo lejos. Pero la emoción que describe Gaya en la foto anterior solo se siente cuando se está cerca. Estoy convencido de que este lugar esta lleno de energía positiva y los que construyeron ese gigantesco edificio lo sabian.