Se cree que sobre el año 912 debió construirse una primera fortaleza cristiana.
La reacción de los sucesivos califas (Ab-al-Rahman III, Al-Hakam II e Hisham II y su general Al-Mansur) no se hizo esperar, pues fortalecieron toda la zona, con el fin de evitar las constantes aceifas o algaradas de los ejércitos castellanos; así, la capital de la Frontera Media se trasladó desde Toledo a Medinaceli, fortaleciendo las plazas fuertes de San Esteban de Gormaz y el castillo de Gormaz.