Las murallas del castillo, reforzadas por 28 torres, se adaptan a la forma alargada de la meseta sobre la que se asientan con su perímetro de casi un kilómetro, constituyendo ya en su época la fortaleza más grande de Europa. Su carácter eminentemente militar queda patente en la solidez de su fabrica y la austeridad de su decoración. Unas ménsulas de modillones de rollos de tipo califal y tres estelas embutidas en el muro oeste, junto con el arco califal de la puerta son las únicas licencias decorativas que se permitieron sus constructores.