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GORMAZ: “¡Gormaz! Lo volví a saludar, con grito no sonoro,...

“¡Gormaz! Lo volví a saludar, con grito no sonoro, sino reservado a mi pecho. Lo saludé, no con el entusiasmo del turista ante una nueva belleza, sino con la unción del peregrino que alcanza su meta. Y no sabría decir las razones totales de mi cariño: ¿Tan sólo amor a la tierra, o a la historia, o a la arqueología? ¿O la convicción de que aquí lucharon en los años del siglo por ignorados abuelos míos, no me importa si moros o cristianos? No lo sé, pero guardo una ternura no decible hacia esta colina gigante(...) A esta hora la mezquita de Córdoba estará repleta de noruegos, de franceses, de norteamericanos, de alemanes, justamente enamorados de la feliz intrusión musulmana en el arte europeo, quizá pesarosos de que sus tierras no hayan alcanzado tan fantástico beneficio plástico. ¿Y alguien informa a estas buenas gentes de que el único edificio califal del siglo por, parejo en estilo y grandeza a la mezquita cordobesa, es el castillo de Gormaz? (Juan Antonio Gaya Nuño).