En su tiempo fueron aradas de último modelo para aquellos tractores de fuerza mediana. Hoy en día ya no se usan por ser de pequeño tamaño y no cuadran para esos tractores tan tremendos que llevan los agricultores de estas tierras de Castilla. De lo único que puede presumir nuestra tierra es de esas grandes maquinarias, que a estilo de los antiguos dinosaurios, pisan este terreno, dejando su huella, para que fructifique el trigo, que es el pan nuestro y de otros de cada día. Sludos a los de La Quiñonería.