Ya se va acercando Semana Santa y me está entrando una pena tremenda porque este año no podré visitarte. No tendré oportunidad de adorarte los días grandes de Jueves Santo, Viernes Santo, Sábado Santo ni el Domingo de Resurrección, ni compartir con los pocos habitantes de La Quiñonería, ese espacio tranquilo y frío de tu casa, abandonada a los aires fríos del cierzo soriano.
De todas maneras Señor, espero tu bendición, que no tiene límites ni el espacio ni en el tiempo.
De todas maneras Señor, espero tu bendición, que no tiene límites ni el espacio ni en el tiempo.
Mis ojos se nublan, Señor, al recordar los gratos momentos pasados en muchas Semanas Santas en los que yo pobre de mí, tenía que compartir con vosotros "La Palabra" y el Pan de la Eucaristía. Siento pena porque creo que este año marca el inicio de mis ausencias que posiblemente sean definitivas.
Un abrazo fraternal y muchas gracias amigos.
Un abrazo fraternal y muchas gracias amigos.