La
plaza está triste y desolada, el abeto que formaba parte de ella y acogía bajo su
sombra a hombres, mujeres y niños ya no está, cayó abatido en
otoño por la motosierra.
Era un magnífico ejemplar de más de 50 años plantado y cuidado con cariño y esmero por Abdón y Concha, en ese rinconcito del
corral de su
casa.
Lo recuerdo muy bien, por aquel entonces estábamos poniendo
pinos y abetos en las laderas de Medinaceli, en todo el entorno del
pueblo, también en la solana, bajo la zona del
Arco Romano y
cristo de Medinaceli. Todos los días venía a recogernos un camión, el del panadero de Medinaceli, a nosotros y a la gente de los de
pueblos limítrofes. La mayoría éramos jóvenes muy jóvenes, íbamos como borregos, sentados directamente sobre la caja del camión, los más afortunados sentados sobre tablones... de allí vino el plantón de ese abeto...