Chopera de la Canaleja jugando con el viento y los nubarrones...
Allá por los años cincuenta, después del
verano, junto a esta chopera, al pié de una pequeña balsa de donde se tomaba el
agua para realizar el proceso, se instalaba una caldera para la extracción de esencia de espliego por destilación. Junto a la caldera había unas grandes cinas que se hacían con los fajos de espliego a la espera de procesarlo. Las gentes del
pueblo, grandes y pequeños, se levantaban muy de mañana para ir al espliego, así se llamaba a esta labor. Buscaban, por todo el término, la mejores matas de espliego, las segaban manada a manada, hacían gavillas y luego fajos, que ataban para después cargar en las caballerías y llevarlos a la pradera de la Canaleja, junto a la caldera, donde un operario pesaba y registraba las cargas de cada vecino.
Al final de temporada la empresa encargada liquidaba los kilos de espliego aportados por cada vecino... unas pesetillas que venían muy bien a las
familias y una botellita de esencia de espliego que se utilizaba para curar las heridas, tanto de las personas como de las caballerías; recuerdo que con esa esencia cicatrizaban muy bien las heridas que los chavales nos hacíamos jugando y corriendo y también las de las caídas de la
bicicleta.