Recuerdo cuando yo era un niño, de esto hace ya muchos años... la Vega y todo el término del
pueblo estaba jalonado por pequeñas
fincas, parcelitas, en casi todas ellas, al principio, al final, o a un lado de la misma solía haber un bancal, un ribazo o cipotero, en el cual crecían zarzas, espinos, robles, marojos y todo tipo de arbustos, los cuales servían como protección y resguardo para la
fauna del lugar: conejos, liebres, codornices y perdices, y algunos pequeños depredadores como la pequeña y simpática comadreja, lagartos y víboras. Luego, después, vinieron los tractores, la parcelación y arramblaron con todo, y todo lo jodieron... ahora, no queda casi nada de
caza menor, solo corzos y jabalíes.
En esta
finca que vemos recién arada, existía un montículo, una pequeña
montaña de unos 200 metros de diámetro, al pié del
camino la cual no estaba arada, sino perdida y en la que había muchos arbustos, fundamentalmente zarzas, espinos, aliagas, tomillos y endrinos... Pués bien ahora, ese monticulo, el cual conocíamos con el nombre de La Rivilla de las Pulgas ha desaparecido; aunque todavía queda una pequeña reminiscencia de la misma a la derecha, en la siguiente finca que está de rastrojo, detrás del montículo, al fondo todavía se perciben un par de majuelos o espino blanco.