Calle de la Iglesia II, una sorprendente historia de esa España negra y profunda de los años 50, MEZQUETILLAS

<<>> Instantánea facilitada por Jose. A. Gonzalvo, gracias amigo.

<*> Esta pequeña y empinada calle cuenta con una sorprendente e increíble historia de la "España Negra y Profunda" de los años 50 protagonizada por el cura que por aquel entonces, por aquellos años, regentaba la parroquia del pueblo:

-. Sucedió en un soleado y primaveral día de "cendera"*, cuando una decena de hombres se encontraban restaurando la calle para hacerla toda ella de piedra y cemento. Uno de esos hombres, "el pecador", manejando una gran piedra para colocarla en su lugar correspondiente, se pilló los dedos de una mano y echo un juramento tremendo, un "mecagüendios" que se oyó doscientos metros a la redonda. Casualmente el cura del pueblo, Don Teo, su nombre era "Teógenes", venía de Romanillos de Medinaceli, subía andando por la calle Real hacía la plaza, oyó todo perfectamente, e incluso reconoció e identificó, plenamente la voz del "pecador" y la blasfemia vomitiva por la lengua sucia de aquel hombre.
-. Aquella mañana se estaba echando el cemento, desde la calle Real hasta la casa de Martín Dolado, ahora la casa de los Navarros, unos 30 metros más arriba; el cemento todavía estaba blando, no había endurecido, pero al cura no le importó ni le condicionó, ni las obras que se estaban realizando en la calle, ni el grupo de hombres que allí había... Sin encomendarse a dios ni al diablo, más bien yo diría que al diablo, la emprendió calle arriba, hasta donde estaba trabajando ese grupo de hombres, todos ellos con sus herramientas de trabajo en la mano, picos, palas, azadas, paletas etc. etc., no dudó un instante en meterse entre ellos... se abalanzó al cuello del "pecador", lo agarró fuertemente, como si quisiera ahogarlo, repitiendo la frase: "te has cagado en mi padre y esto no lo consiento", pasó un tiempo, la cara del cura estaba roja como un tomate, jadeaba fuertemente y echaba espumajos por la boca, mientras maldecía al pecador; la cara del pecador estaba más roja todavía, le faltaba el aire, estaba casi sin aliento... pero allí nadie se movió e intentó frenar al cura, tampoco Florencio, mi padre, el miedo a las represalias los atenazaba a todos. En aquellos tiempos la guardia civil, los curas, secretarios y los alcaldes eran los que ejercían y administraban la justicia, la represión, ellos eran la ley y el orden, el terror de los pueblos, nuestro pueblo no era una excepción. Mi padre, con una personalidad fuerte y temperamental, a la vista de lo sucedido, no se como se contuvo y no le soltó un par de hostias al cura... creo que sólo le dijo, ya es suficiente don Téo, que va a ahogar usted a fulanito... El "pecador" acabó poniéndose de rodillas y pidiéndole perdón al cura por lo sucedido, éste le perdonó. No obstante el cura les dijo: lo que aquí ha sucedido no debe salir de aquí, creo que todos me habéis entendido...
-. Por aquellos tiempos el miedo a la represión, e incluso ante hechos intrascendentes como éste, era palpable y se percibía en la cara de la gente, tenían verdadero pánico a que interviniera la Guardia Civil y los llevara al cuartelillo de Barahona, por lo que no creo que esta historia la conozca mucha gente del pueblo. Mi padre me la contó allá por los años 80, aquí en Zaragoza. Me consta que todavía vive alguno de aquellos hombres que, ese soleado día de "cendera"* arreglaban esta calle.
-. Hasta hace unos 10 años, aproximadamente, cuando de nuevo se restauró la calle, podían observarse perfectamente las huellas de los zapatos del cura marcadas, clavadas e incrustadas en el cemento. Quizás estas huellas deberían de haberse respetado y protegido, haberlas dejado ahí tal cual, para las generaciones venideras, lo mismo que sucede y se hace, cuando aparecen huellas de dinosaurio en un determinado lugar... Mantenemos en el anonimato a ese "pecador", es muy posible que la familia del mismo desconozca la historia, quizás al conocerla les pudiera resultar graciosa o tal vez podrían enfadarse... no quiero que nada de ésto suceda.

<1> Don Teo era el Guardián de la Moral y Buenas Costumbres de Mezquetillas y los pueblos de su entorno:
-. No le gustaba que las parejas de novios salieran a pasear cogidicos de la mano, tampoco que anduvieran por caminos, huertos, cerrados y otros vericuetos del pueblo. En ocasiones, cuando venía de Romanillos a Mezquetillas o viceversa, se internaba campo a través por el monte, con el fin de ver si pillaba alguna parejica de novietes envueltos en la manta... En aquellos tiempos la figura del cura, su autoridad, era enorme, nadie se atrevía a cuestionarla, ni tampoco a nadie se le ocurriría darle un garrotazo por alterar la paz de los montes, la de los pastores y sus rebaños.
-. Entre tanto, por aquellos años, Don Teo le daba clases de matemáticas, teología, filosofía, y gramática parda, a una joven estudiante de Romanillos. Al cabo de unos años, ambos, la joven estudiante y el cura, abandonaron el pueblo de forna precipitada, con cierta urgencia.
<2> Otras perlas o lindezas del cura:
-. Los domingos en su sermón, Don Teo, solía subirse al púlpito, desde allí señalando a las personas soltaba sus arengas dogmáticas, "señalando a los pecadores", diciéndoles: fulanito y menganito, fulanita y menganita, hacía mucho tiempo que no venías a misa, que no venías por la casa del padre... tampoco has comprado la bula: Te vas a condenar e irás directo al infierno, a la hoguera, arderás en el fuego eterno, tú y tu familia también... vamos, lo que se dice un bendito...

-. (*) Cendera: Era una forma de trabajo comunal, entre todos los vecinos, para llevar a cabo las obras de mantenimiento necesarias en el pueblo y su entorno, como arreglos de calles, caminos, limpieza de acequias, fuentes, abrevaderos, manantiales etc. etc.

UN TROZITO DE HISTORIA.
En España había un rosal,
un rosal ya centenario,
con raíces que se hundían
en la historia aún cercana,
de miles de SOCIALISTAS,
cuya vida cercenada,
fue arrojada a las cunetas,
las cunetas de su patria.
Cuántas vidas cercenadas
por defender su ideal,
miles de rosas cortadas
por la Cruzada Católica,
que defiende al poderoso
y se olvida de luchar
por las ideas de su líder,
Jesús. Socialista de verdad,
pues protegía a los humildes,
al que no tenía na.
Que sangrienta represión,
siguió a la infame contienda,
el fascismo bajo palio,
mientras los curas del régimen
daban los tiros de gracia,
a miles de españoles,
cuyo único delito,
fue el luchar por su patria.
Años de hambre y penurias,
con el miedo en la mirada,
cayendo del calendario,
fueron deshojando España
de maestros bien formados,
de mentes privilegiadas.
Languidecían los 50,
cuando el dictador de España,
caudillo de los ejércitos
y faro que relumbraba,
para iluminar al mundo,
para darle luz a España,
le entregó a los yankees,
unos trozos de mí patria
y como pago le dieron
bidones de leche en polvo.
que pago más miserable,
por regalarles a España.

Del libro " Poemas en el Recuerdo "
Marcelino Carretero Sanguino.
(31 de Agosto de 2019)
Eso ocurría en cualquier pueblo. Todo se parecía. El cura se llamaba Teogenes.
Que interesante! Aquí estoy pegada leyendo!/