"La vertedera" era un tipo de arado que al ir avanzando volteaba la tierra, dejando un surco abierto de unos quince o veinte centímetros, e iba seccionando las raíces de las hiervas y pequeños arbustos. Fue un avance importante respecto al arado clásico, al arado
romano; en un principio esta herramienta de
labranza, la vertedera, era fija pero enseguida llegó la reversible. La vertedera presentaba menos resistencia al tiro de los mulos, ya que la hoja de la cuchilla de su
reja, en lugar de romper, quebrar, la tierra al surcarla, como sucedía con el arado, la cortaba seccionándola y volteándola al mismo tiempo.
-. Aunque yo por aquel entonces era un niño, lo recuerdo muy bien, parece que todavía estoy viendo a mi padre con la mano en la esteva del arado; el trabajo del
campo era muy duro, las jornadas largas, muy largas, de sol a sol, además los alimentos eran escasos, se comía mal, el
pan que comíamos entonces tampoco era del día, el
horno del
pueblo funcionaba, creo, un día por quincena y aquellas grandes hogazas de pan al cabo de unos días estaban muy duras. Transcurrido algún tiempo se cerró el horno y el pan lo traía al pueblo el panadero de
Miño de Medinaceli en un pequeño camión, viejo y destartalado, después fue "el Manín", el panadero de Medinaceli quién nos lo traía, también con un camión, pero éste era mucho mejor. Hace un par de años pasé por la
panadería de Medinaceli, pueblo, pregunté por él, por Manín, estaba sentado en un sofá en la trastienda de la panadería, creo que me conoció, lo saludé y hablamos un momento de aquellos tiempos, le recordé cuando nos llevaba el pan a
Mezquetillas, estaba ya por entonces muy mayor, aunque si que parecía recordar lo que estábamos comentando.
Una pequeña recopilación de POEMAS Y CANTARES
Niño yuntero, "Miguel Hernández"
Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de
vacas, trae a la vida
un alma
color de
olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de
lluvia y se alhaja
de carne de
cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.
"Victor Jara, Poemas del Arado"
Aprieto firme mi mano,
y hundo el arao en la tierra
hace años, que llevo en ella
Cómo no estaré agotao?
Vuelan
mariposas, cantan grillos
la piel se me pone negra
y el sol brilla, brilla y brilla
el sudor me hace zurcos,
yo hago zurcos a la tierra sin parar
Afirmo bien la esperanza
cuando pienso en la otra estrella
nunca es tarde me dice ella
la paloma volará
Vuelan mariposas, cantan grillos
la piel se me pone negra
y el sol, brilla, brilla y brilla
Y en la tarde cuando vuelvo,
en el
cielo apareciendo una estrella
nunca es tarde me dice ella
la paloma volará, volará, volará
Cómo yugo de apretao
tengo el puño esperanzao
porque todo cambiará...
Anónimo
Siembra el pobre labrador,
siendo del rico la hacienda:
el rico, sin sembrar, coge,
y el pobre no coge y siembra.
Siempre que voy a labrar
y te veo en la
ventana
me se alegra el corazón
para toda la semana.
Un día en el campo, arando,
se me torció la mejana,
al verte yo por allí.
navarrica de mi alma.
Es mi tierra seca y dura
que no la mueve el aladro;
tiene la misma dureza
que tu corazón ingrato.
Más vale un hombre del campo
con tierra en las alpargatas
que todos los oficiales
con charreteras de plata.
La remolacha en el campo
se la come la pulguilla,
y en llegando a la
estación
la «tara» y la basculilla.
Si te
casas con pastor
comerás sopas de leche,
pero no te faltarán
caparras en el moñete.
No te cases con pastor
que te llamarán pastora;
cásate con labrador,
y te llamarán la señora.