El día, amaneció lluvioso, pero eso no impidio que un año más se cumpliera con la traida del Mayo.
Los abnegados Bueyes, llegaron hasta la
plaza de
Molinos de Duero, la
lluvia no desaba de caer, y, después de un largo rato, los Bueyes debieron pensar que ya era suficiente el
agua que acarreaba su lomo, por lo que decidieron emprender la huida del lugar, y, lo hubieran conseguido de no haber sido por los mozos que allí se encontraban, quienes debieron comprender que estos estarian mejor a cobijo, y, los metieron en una caseta cercana.