ESTE VERANO PASE POR MONTENEGRO DE CAMEROS
Hoy la memoria replica ante las fotos de nieve, es algo que me salpica pero que mucho me quiere. En esas tierras de Soria con mucho frío agua o nieve, se me llena la memoria de la historia que conviene. Los silencios de su campo, las alamedas perennes, los silbidos de pastores y las águilas sin redes. Al pisar en Montenegro, con el calor del verano sentí las piedras enormes que le asustan al humano. Después subí por Cameros, al ver caminos cortados, y supe de esos destinos que dejan embelesado. Tierras que no son fronteras, lugares siempre de paso, la nieve cubre la acera de ese pueblo tan cercado. Sin entender que es la sierra con sus picos bien templados, y luego mirar la tierra que tiene signos guardados. Subí despacio Cameros, era tiempo de descanso, hoy solo quedan letreros de ver el paisaje manso. Estos lugares preciosos que pasan tiempos amargos, no quieren ser horrorosos ni ver los pasos tan largos. Pueblos que tienen su historia, caminos tan evocados, que no conocen la gloria ni se sienten condenados. Montenegro de Cameros es un lugar apartado, aunque tiene sus letreros es poco o nada pisado. Santa Inés no quiere olvido, Montenegro si un reparo, no existe rumbo perdido ni camino que sea raro. El silencio de la noche debe ser muy desolado, algunos le ponen broche al ser lugar descampado. Cuando las piedras nos gritan, cuando aparecen nublados, los corazones se agitan sobre los suelos marcados. Montenegro de razones en su soledad del campo, hay posibles emociones si surgen bellos encantos. En estas tierras de Soria donde la sierra da llantos, se nos viene a la memoria algunos bonitos cantos. No te olvido Montenegro, te seguiré recordando, no existe camino negro cuando caminas pensando. G X Cantalapiedra.
Hoy la memoria replica ante las fotos de nieve, es algo que me salpica pero que mucho me quiere. En esas tierras de Soria con mucho frío agua o nieve, se me llena la memoria de la historia que conviene. Los silencios de su campo, las alamedas perennes, los silbidos de pastores y las águilas sin redes. Al pisar en Montenegro, con el calor del verano sentí las piedras enormes que le asustan al humano. Después subí por Cameros, al ver caminos cortados, y supe de esos destinos que dejan embelesado. Tierras que no son fronteras, lugares siempre de paso, la nieve cubre la acera de ese pueblo tan cercado. Sin entender que es la sierra con sus picos bien templados, y luego mirar la tierra que tiene signos guardados. Subí despacio Cameros, era tiempo de descanso, hoy solo quedan letreros de ver el paisaje manso. Estos lugares preciosos que pasan tiempos amargos, no quieren ser horrorosos ni ver los pasos tan largos. Pueblos que tienen su historia, caminos tan evocados, que no conocen la gloria ni se sienten condenados. Montenegro de Cameros es un lugar apartado, aunque tiene sus letreros es poco o nada pisado. Santa Inés no quiere olvido, Montenegro si un reparo, no existe rumbo perdido ni camino que sea raro. El silencio de la noche debe ser muy desolado, algunos le ponen broche al ser lugar descampado. Cuando las piedras nos gritan, cuando aparecen nublados, los corazones se agitan sobre los suelos marcados. Montenegro de razones en su soledad del campo, hay posibles emociones si surgen bellos encantos. En estas tierras de Soria donde la sierra da llantos, se nos viene a la memoria algunos bonitos cantos. No te olvido Montenegro, te seguiré recordando, no existe camino negro cuando caminas pensando. G X Cantalapiedra.