Imponentes muros de
piedra caliza protegen al
río Lobos a ambos lados, en sus roquedades los buitres anidan y nos los vemos pasar sobre nuestras cabezas.
El tiempo se ha detenido, podemos contemplar la magna belleza del
paisaje natural apenas alterado por los seres humanos.
Desde el Ventano del diablo podemos observar la
ermita románica como centro de atención que apenas contrasta con el paisaje del entorno.