Ya se han terminado las
fiestas, me he quedado con una extraña sensación y es que todo ha salido fantástico, puede que excesivamente.
El pregón, con un guion bien elaborado y bien defendido me pareció tan emotivo, me altero una fibra sensible y esto no debe ser sano.
La espectacular puesta en escena del
baile inaugural fue tan brillante que deslumbró, con riesgo de alterar el buen funcionamiento de mi visión.
Cuando los relevistas acercaron la llama al pebetero sentí que eso era el principio
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