No podía ser, aun no habíamos almorzado y la botella de vino seguía intacta... Pero allí estaba, como sacado de la guerra fría. Por un momento pensé que los alemanes habían retomado su vieja
costumbre de invadir países y que en esta ocasión nos había tocado (por eso de que no tenemos "force de frappe"), pero no, afortunadamente eran una pareja de Alsasua (Jesus y Mari Luz) que lo habían restaurado y convertido en una obra de
arte rodante, resultaron ser una gente estupenda que nos alegraron la mañana.