En cuantas ocasiones, náufragos de ingenio, se nos habrá ocurrido lamentar aquellas infancias de los pueblos, como si lo que ahora vivimos, la decadencia de una cultura y una civilización que se desliza más deprisa que aquellos muchachos por la regachera, fuera ejemplo o parangón de cualquier actividad. Pero, cuando preguntamos a los muchachos de entonces por su infancia, desde los más viejos a los que rondarán los treinta años, percibimos que nada hay que les resulte más grato que aquellos recuerdos, lejanos unos y cercanos otros. No los dejemos en el olvido y vivamoslos otra vez, y trasmitamos esos recuerdos a nuestros jovenes. Un abrazo de vuestro amigo jesus.OSONA NI TE LA IMAGINAS.