AQUELLA NOCHE QUE PARECIA ARDER EL FIRMAMENTO
Aquella noche del mes de noviembre, de 1999, cuando a las dos de la madrugada, parecía ser de día, en aquel pueblo castellano, donde sus vecinos descansaban, durmiendo, sin embargo, un hombre jubilado era una de esas personas, que no era capaz de dormir, por las noches, aunque durante el día, su siesta y ratos de quedarse dormido, fueran lo más normal, notó que la ventana de su dormitorio, tenía una claridad demasiado grande, incluso mucho mayor, que cuando al amanecer daba el sol sobre sus cristales. Aquel hombre jubilado, y ya con muchos años sobre su vida, le asombro dicha luz tan potente, y sin pensarlo demasiado, se llego a vestir, y salir de su casa, con el bastón en su mano, y sin pensarlo demasiado, se adentro por las calles de su pueblo, en busca de aquella claridad que penetraba, por encima de tapias y casas bajas, al llegar a la salida del pueblo, y sobre las viejas eras, ahora abandonadas, se dio cuenta que aquella luz tan potente, procedía de un terreno cómo a un kilometro y medio de donde estaba el pueblo, la noche no le daba miedo, pero sí aquel resplandor que le deslumbraba, era el termino que allí llamaban, el Camino del Infierno. El hombre viudo y con muchos años encima, no se asusto demasiado, tenía su vida ya vivida, y los programas en la televisión de misterios, le tenían siempre en vilo. Sin dudarlo se encamino, hasta donde aquella luz tan potente, le ponían en disposición de querer ver y llegar hasta allí. Anduvo cómo un kilometro, y al encontrarse cómo a otro medio kilometro de aquel artefacto, vio que su luz era temerosa, y además tenía que taparse los ojos, al verse deslumbrado, sin oír apenas ningún ruido extraño, se llego acercar hasta casi poder ver cómo a unos 200, metros aquella luminosidad, más de pronto sintió cómo sí le hubieran dado un fogonazo, y termino en el suelo, sin saber lo que le pasaba, solo que él en aquel momento, notó un calor que le dejo sin fuerza alguna, y tuvieron que pasar más de seis horas, para que al amanecer del día, se despertara medio congelado, y sin tener su bastón al lado, había caído en la mitad del Camino del Infierno, y sobre su suelo frío, parece que paso esas seis horas, que al volver en sí, allí no existía nada de nada, intento revisar todo el contorno, de donde salía aquella luz tan potente, pero todo fue en balde, ni siquiera había marcas de nada, su bastón había desaparecido, y al pasar un buen rato, un pastor con sus ovejas le hablaba, diciéndole. “Parece ser que está noche alguien ha oído, y visto algo raro por está ladera del Camino del Infierno. A lo que el jubilado le contesto. Vine hasta aquí para verificar que es lo que tanta luz desprendía, pero solo logre llegar hasta cerca del objeto, y se ve que un rayo o fogonazo, me tiro al suelo, y me quede sin sentido, durante seis horas seguidas. El pastor se quedo de piedra, y le pregunto. No le habrán quitado el bastón para hacerle un reconocimiento corporal, cosa que el hombre jubilado contesto. No he notado nada raro, solo que me parece que tengo dolor de cabeza, y ha debido de ser, del golpe que me di al caer sin sentido en el suelo, el pastor le recomendó que se mirase a fondo por sí le hubieran metido algo dentro de su cuerpo. El jubilado se lleno de curiosidad, y empezó a mirarse los brazos y piernas, y de pronto notó, cómo una marca roja en su antebrazo derecho, pero que no le dolía ni sentía nada en dicha marca. El pastor le indico que se fuera al médico rural, para que le hiciera una revisión a fondo, de todo su cuerpo, cosa que el hombre jubilado, enseguida trato de acudir, a la consulta de aquel médico del pueblo, que con nada más verle, le comento, Has debido de servir de conejo de indias, y sean quienes fueran, te han dado medicamentos, que yo ni se, ni seguramente ningún especialista, te lo pudiera solucionar, trataré de mandarte al hospital clínico, para que puedan darte algún remedio. G X Cantalapiedra.
Aquella noche del mes de noviembre, de 1999, cuando a las dos de la madrugada, parecía ser de día, en aquel pueblo castellano, donde sus vecinos descansaban, durmiendo, sin embargo, un hombre jubilado era una de esas personas, que no era capaz de dormir, por las noches, aunque durante el día, su siesta y ratos de quedarse dormido, fueran lo más normal, notó que la ventana de su dormitorio, tenía una claridad demasiado grande, incluso mucho mayor, que cuando al amanecer daba el sol sobre sus cristales. Aquel hombre jubilado, y ya con muchos años sobre su vida, le asombro dicha luz tan potente, y sin pensarlo demasiado, se llego a vestir, y salir de su casa, con el bastón en su mano, y sin pensarlo demasiado, se adentro por las calles de su pueblo, en busca de aquella claridad que penetraba, por encima de tapias y casas bajas, al llegar a la salida del pueblo, y sobre las viejas eras, ahora abandonadas, se dio cuenta que aquella luz tan potente, procedía de un terreno cómo a un kilometro y medio de donde estaba el pueblo, la noche no le daba miedo, pero sí aquel resplandor que le deslumbraba, era el termino que allí llamaban, el Camino del Infierno. El hombre viudo y con muchos años encima, no se asusto demasiado, tenía su vida ya vivida, y los programas en la televisión de misterios, le tenían siempre en vilo. Sin dudarlo se encamino, hasta donde aquella luz tan potente, le ponían en disposición de querer ver y llegar hasta allí. Anduvo cómo un kilometro, y al encontrarse cómo a otro medio kilometro de aquel artefacto, vio que su luz era temerosa, y además tenía que taparse los ojos, al verse deslumbrado, sin oír apenas ningún ruido extraño, se llego acercar hasta casi poder ver cómo a unos 200, metros aquella luminosidad, más de pronto sintió cómo sí le hubieran dado un fogonazo, y termino en el suelo, sin saber lo que le pasaba, solo que él en aquel momento, notó un calor que le dejo sin fuerza alguna, y tuvieron que pasar más de seis horas, para que al amanecer del día, se despertara medio congelado, y sin tener su bastón al lado, había caído en la mitad del Camino del Infierno, y sobre su suelo frío, parece que paso esas seis horas, que al volver en sí, allí no existía nada de nada, intento revisar todo el contorno, de donde salía aquella luz tan potente, pero todo fue en balde, ni siquiera había marcas de nada, su bastón había desaparecido, y al pasar un buen rato, un pastor con sus ovejas le hablaba, diciéndole. “Parece ser que está noche alguien ha oído, y visto algo raro por está ladera del Camino del Infierno. A lo que el jubilado le contesto. Vine hasta aquí para verificar que es lo que tanta luz desprendía, pero solo logre llegar hasta cerca del objeto, y se ve que un rayo o fogonazo, me tiro al suelo, y me quede sin sentido, durante seis horas seguidas. El pastor se quedo de piedra, y le pregunto. No le habrán quitado el bastón para hacerle un reconocimiento corporal, cosa que el hombre jubilado contesto. No he notado nada raro, solo que me parece que tengo dolor de cabeza, y ha debido de ser, del golpe que me di al caer sin sentido en el suelo, el pastor le recomendó que se mirase a fondo por sí le hubieran metido algo dentro de su cuerpo. El jubilado se lleno de curiosidad, y empezó a mirarse los brazos y piernas, y de pronto notó, cómo una marca roja en su antebrazo derecho, pero que no le dolía ni sentía nada en dicha marca. El pastor le indico que se fuera al médico rural, para que le hiciera una revisión a fondo, de todo su cuerpo, cosa que el hombre jubilado, enseguida trato de acudir, a la consulta de aquel médico del pueblo, que con nada más verle, le comento, Has debido de servir de conejo de indias, y sean quienes fueran, te han dado medicamentos, que yo ni se, ni seguramente ningún especialista, te lo pudiera solucionar, trataré de mandarte al hospital clínico, para que puedan darte algún remedio. G X Cantalapiedra.