La vieja
fragua de Portelrunoo,
edificio público que hace décadas fue sumamente útil para el devenir de sus habitantes, ha sido reconstruida.
Atrás quedaron aquellos encuentros periodicos entre los vecinos y el herrero de turno. Las tareas de aguzar
rejas y barrones eran imprescindibles y el herrero, uno más entre los profesionales, que periodicamente acudían al
pueblo.
A destacar igualmente la función que el edificio prestaba, especialmente al acabar el
otoño, para que los leñadores del pueblo y los que llegaban de los municipios próximos, diariamente, y antes dirigirse al
monte, pudiesen afilar sus hachas. Para ello, elemento imprescindible era la
piedra circular, y de gran tamaño, que los leñadores hacían girar cuál expertos ciclistas.
En uno y en otro xaso la fragua siempre. pre fue un centro de convivencia y tertulias distendidas.
Ahora con la reconstrucción del edificio, y a falta de que en él se ubiquen los utensilios que de su pasado aún se conserven, (fuelle, yunque, martillos, piedra para afilar...) será una parte de la sencilla, peroemotiva,
historia de la actual
España vaciada.