QUINTANA REDONDA: Tienes razón, la verdad es que era un símbolo del pueblo,...

“HOY HACE DOCE AÑOS QUE A QUINTANA REDONDA LE DERRIVARON PARTE DE SU HONOR CON LA DESAPARICION DEL FRONTON

Aunque era nuestro, era de todos. Incluso de aquellos que no lo querian. De aquellos que en contra de la ley, eligieron, y decidieron vaciar, al mismo tiempo que la plaza, el sentido de muchas cosas en esta pequeña localidad.
A quienes lo defendíamos, nos queda la satisfacion, de que todas las administraciones, nos dieran la razón, y quede como ejemplo; para que todos los pueblos, sigan defendiendo sus legítimos derechos, de reivindicar su historia.
Desde de tantos frentes nos preguntaron muchas veces, cuales eran los motivos que nos impulsaban a recorrer los vericuetos caminos de la ley, para amparar un trinquete de argamasa y piedra, cuya única culpa fue estar en pie, durante los ultimos 70 años, restaurado de otro anterior del año 1867, y ser mudo testigo, de los que se iban, de los que venian, de los que no se fueron nunca, y de los que no volvieron mas;
Vencio la ley de lo absurdo, del saltarse las reglas, y las mas elementales normas de la convivencia. Y aquí, hasta donde llegaron muestras de respeto, por un elemento de nuestro Patrimonio, desde los rincones mas lejanos del mundo y de este país;
Hoy solo queda recordar lo que era y no es, y lamentar, que quien tenian el deber de respetarlo, estaban en nuestra propia casa;
Y lo peor es que esto, hoy, no tiene remedio.

Tienes razón, la verdad es que era un símbolo del pueblo, como otros que había (no sé si aún se conservarán en pie) en los pueblos de alrededor.
Estuve viviendo allí hace casi 29 años y me acuerdo que estaba en el centro de la plaza, entre los dos bares que había, el del Sr. Lorenzo y el de la Sra. Vitoria (que lo llevaba un vecino de Izana)
Pero, bueno, ya no se puede hacer nada, solo verlo en las fotografías que se le hicieran.
Un saludo y recuerdos para todas las personas que conocí en esa población soriana de los que aún me acuerdo: los citados, mis compañeros de pensión en casa de la Sra. Vitoria, Gabi y D. José (como lo llamaban) el veterinario, su marido Hipólito, su hijo que tenía un comercio, José el Director de la Caja de Ahorros, y otros muchos más.