Aguantan estos templos la embestida del tiempo, a veces de abondona a veces de fervor. Y desde la
sombra del
pórtico románico el
Pueblo recostado en la ladera, las largas alamedas junto al Duero sin curvas de ballesta. En las
torres las sigüeñas, a la vera dél
rio grajos y grajillas, y cada día el laboreo de la amplia libertad de las gentes. Tanta que se extendido en inimaginable diáspora. Cúanta quietud, victorias, derrotas, desengaños, dejan los silencios por el aire. Y tú, abre los sabios ojos
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