ERA EL AÑO DE 1945, EN EL MES DE JUNIO,
Aquel hombre labrador de toda su vida, y viendo que algunas legumbres estaban para ser segadas, decidió madrugar para iniciar el verano de aquellos años llamados del racionamiento, y con sus dos mulas y el carro agrícola, decidió en aquellas duras jornadas empezar su faena de siega y trilla. La Segunda Guerra mundial, estaba a punto de concluir, las dos bombas atómicas, lanzadas sobre Nagasaki y Hiroshima, estaban dando mucho que pensar a los ciudadanos del mundo libre, era un sistema de aniquilar culturas, sin apenas exponer nada, más aquella mañana el hombre aquel, se quedó mirando al cielo desde su carro, y sin tardar mucho tiempo, una luz potente y a la vista dañina, le molestaba en su caminar, de pronto tuvo miedo, ya que el sistema puesto en España, por el General Franco, no era del agrado de las fuerzas militares que acababan de vencer al imperio Alemán, Italiano y Japonés, y por un momento pensó, estos son los aliados que vienen a pasarnos revista, para saber que clases de armas tenemos en este país, en aquellos momentos, el miedo se acentuó sobre el agricultor, y al ver aquel objeto envuelto en fuego, que fue a caer cerca del río Duero, sintió miedo de todo el entorno de su comarca, el hombre estaba en su finca, empezando a segar algarrobas, y su mirada constante era el mirar hacia el cielo, por si acaso volvía a caer cualquier artefacto sobre la comarca. Aquella mañana para el hombre agricultor, fue extraña y miedosa, lo poco que sabía de las bombas americanas, era que fueron lanzadas desde un avión militar, pero su miedo a lo desconocido le tenía de penitente, y sin esperar demasiado que llegase el medio día, decidió cargar su siega, en aquel carro de mulas, y con la pequeña carga, marchar hasta la era de su propiedad, extendiendo las mies, para que se fueran calentando y por la tarde trillarlas, El hombre a medio día, se marchó al cuartel de la Guardia Civil, parta comunicarles lo que vio esa madrugada del mes de Junio, los guardias le agradecieron su información, pero le comunicaron que alguien ya se lo había dicho, y que podía ser cualquier objeto del espacio exterior, o simplemente un misterio más de la tierra soriana. El agricultor no quedo muy convencido de lo que le dijeron, y a su esposa le conto de pleno como una bola de fuego, vino, muy deprisa sobre la tierra, y el hombre se llegó asustar, pasando el resto de la mañana con incertidumbre. En aquellos años del racionamiento, era lo mejor no buscarse complicaciones con nadie, y mucho menos con las autoridades, que podían revisar tu domicilio y graneros, por si ocultabas parte de la cosecha de aquel año, lo mejor era callar y que no te vieran demasiado cerca por si acaso. Fueron años muy duros, los molinos clandestinos funcionaron por las noches, y en muchos lugares de España, el estraperlo hizo su agosto, eso sí siempre con el miedo de ser visto y multado a tope, por tu poca colaboración con el régimen de dictadura. Hubo agricultores que se arriesgaron, y en aquellos años hicieron dinero con sus chanchullos. Fueron años difíciles, y que la gente menor de 75, años, no tiene recuerdo de nada, solo las personas que superan esa edad, pueden hablar del tema, sabiendo lo que fue, y deben de tener muy buena memoria, para no caer en contradicciones. G X Cantalapiedra.
Aquel hombre labrador de toda su vida, y viendo que algunas legumbres estaban para ser segadas, decidió madrugar para iniciar el verano de aquellos años llamados del racionamiento, y con sus dos mulas y el carro agrícola, decidió en aquellas duras jornadas empezar su faena de siega y trilla. La Segunda Guerra mundial, estaba a punto de concluir, las dos bombas atómicas, lanzadas sobre Nagasaki y Hiroshima, estaban dando mucho que pensar a los ciudadanos del mundo libre, era un sistema de aniquilar culturas, sin apenas exponer nada, más aquella mañana el hombre aquel, se quedó mirando al cielo desde su carro, y sin tardar mucho tiempo, una luz potente y a la vista dañina, le molestaba en su caminar, de pronto tuvo miedo, ya que el sistema puesto en España, por el General Franco, no era del agrado de las fuerzas militares que acababan de vencer al imperio Alemán, Italiano y Japonés, y por un momento pensó, estos son los aliados que vienen a pasarnos revista, para saber que clases de armas tenemos en este país, en aquellos momentos, el miedo se acentuó sobre el agricultor, y al ver aquel objeto envuelto en fuego, que fue a caer cerca del río Duero, sintió miedo de todo el entorno de su comarca, el hombre estaba en su finca, empezando a segar algarrobas, y su mirada constante era el mirar hacia el cielo, por si acaso volvía a caer cualquier artefacto sobre la comarca. Aquella mañana para el hombre agricultor, fue extraña y miedosa, lo poco que sabía de las bombas americanas, era que fueron lanzadas desde un avión militar, pero su miedo a lo desconocido le tenía de penitente, y sin esperar demasiado que llegase el medio día, decidió cargar su siega, en aquel carro de mulas, y con la pequeña carga, marchar hasta la era de su propiedad, extendiendo las mies, para que se fueran calentando y por la tarde trillarlas, El hombre a medio día, se marchó al cuartel de la Guardia Civil, parta comunicarles lo que vio esa madrugada del mes de Junio, los guardias le agradecieron su información, pero le comunicaron que alguien ya se lo había dicho, y que podía ser cualquier objeto del espacio exterior, o simplemente un misterio más de la tierra soriana. El agricultor no quedo muy convencido de lo que le dijeron, y a su esposa le conto de pleno como una bola de fuego, vino, muy deprisa sobre la tierra, y el hombre se llegó asustar, pasando el resto de la mañana con incertidumbre. En aquellos años del racionamiento, era lo mejor no buscarse complicaciones con nadie, y mucho menos con las autoridades, que podían revisar tu domicilio y graneros, por si ocultabas parte de la cosecha de aquel año, lo mejor era callar y que no te vieran demasiado cerca por si acaso. Fueron años muy duros, los molinos clandestinos funcionaron por las noches, y en muchos lugares de España, el estraperlo hizo su agosto, eso sí siempre con el miedo de ser visto y multado a tope, por tu poca colaboración con el régimen de dictadura. Hubo agricultores que se arriesgaron, y en aquellos años hicieron dinero con sus chanchullos. Fueron años difíciles, y que la gente menor de 75, años, no tiene recuerdo de nada, solo las personas que superan esa edad, pueden hablar del tema, sabiendo lo que fue, y deben de tener muy buena memoria, para no caer en contradicciones. G X Cantalapiedra.