¡Parrapachín, pachín, pachín"! El sonido de las gaitas y tambores de los Cabrerizos retumba en mis venas. ¡Qué tiempos aquellos en los que se ponían en la
puerta de la
Casa Pueblo y nos amenizaban las veladas de la
fiesta! Además, no les hacia falta ni escenario ni nada, qué caña.