
Al hilo del anterior mensaje, y del sentido crítico hacia lo que entendemos que se ha hecho mal en nuestra Soria, recupero una colaboración mía en la sección "opinión" (nº 406 25/02/1986) del desaparecido "Soria Semanal", en el que me dolía del trato urbanístico sufrido por nuestra ciudad. Ya ha llovido, desde entonces. Decía así.
... Soria, Segovia y Ávila.
Recordarás, lector, si fuiste al colegio antes del advenimiento de los vientos democráticos, aquella cantinela de las provincias españolas empezando Castilla por Santander -hoy Cantabria- y pasando por Logroño -en la actualidad Rioja con permiso de los alaveses de Laguardia y contornos- el soniquete adquiría una peculiar asonancia llegando a Soria, Segovia y Ávila. Estas tres provincias hermanas constituían, quizá por su terminación femenina y otras semejanzas, una especie de estribillo con cierta musicalidad y ritmo.
... Soria, Segovia y Ávila.
Recordarás, lector, si fuiste al colegio antes del advenimiento de los vientos democráticos, aquella cantinela de las provincias españolas empezando Castilla por Santander -hoy Cantabria- y pasando por Logroño -en la actualidad Rioja con permiso de los alaveses de Laguardia y contornos- el soniquete adquiría una peculiar asonancia llegando a Soria, Segovia y Ávila. Estas tres provincias hermanas constituían, quizá por su terminación femenina y otras semejanzas, una especie de estribillo con cierta musicalidad y ritmo.
Unidas antes en Castilla la Vieja y ahora en castilla y León, hace poco que el estribillo se ha roto allende nuestras fronteras. Como todo el mundo debe saber, Segovia y Ávila, que no Soria, forman parte del patrimonio mundial según el acuerdo tomado por el Comité Mundial de la Unesco. Para llegar a esta decisión se ha valorado la importancia histórico-artística de ambas ciudades. Si significativos son el acueducto de Segovia y las murallas de Ávila, más lo es el hecho de que se hayan preservado sus entornos del abuso especulativo, padre de vulgares construcciones que arrancan de la época triunfalista de los años sesenta y siguientes. Y en Soria, desgraciadamente, ha ocurrido todo lo contrario que en las dos capitales castellanas citadas. Si nadie se imagina el acueducto rodeado de mastodónticos bloques que impidieran su visión y dañaran la estética, ni torres de diez, doce o más plantas asomándose a las murallas de Ávila, no pueden ignorarse los atentados urbanísticos cometidos en Soria. La sana envidia y alegría que cualquier soriano debe sentir por la proyección mundial de Segovia y Ávila, se trocará en decepción, sin duda, volviendo la mirada a nuestra ciudad.
A Soria se la ha ido adornando de los tópicos al uso, mientras se degradaba paulatinamente, en acciones concretas y puntuales, a consecuencia de una política urbanística lamentable, de improvisación y chapucera. Sin un plan coherente de urbanismo que armonizase la riqueza de su pasado con el progreso y la modernidad puede comprenderse el desorden y la anarquía de la construcción que intercala ramplonas edificaciones en el casco viejo de la ciudad, convirtiéndolo en fiel reflejo de los particulares intereses especulativos de los que aman a Soria de boca hacia afuera y de bolsillo –el suyo- para dentro. Desde los puestos de decisión de las sucesivas corporaciones municipales –en Soria, para bien o para mal, se conoce todo el mundo…- fueron expedidas licencias de obra a las que no se puso objeción ni trabas desde ningún ángulo - …y se sabe quién es quién-.
Chueca Goitia, en su libro “La destrucción del legado urbanístico español”, clasifica las ciudades españolas, según su índice de deterioro urbano, puntuándolas de cero a diez. A nuestra ciudad, por desgracia, la asigna un diez (máximo) que contrasta con el dos (escaso o leve) de Ávila y Segovia. Reveladoras son sus palabras refiriéndose a Soria: …”También la recia y castellana Soria nos ha defraudado y como una más se ha echado en brazos de los especuladores, de los logreros, de esos capitanes de industria provincianos, burdos y soeces que la han vestido con cuatro pingos chillones. (…) Soria, por ejemplo, con ser, o mejor dicho, con haber sido una de las ciudades monumentalmente más interesantes, sobre todo por sus iglesias románicas y por la belleza de su paisaje circundante, no tiene protección legal de ningún orden”.
Para resumirte, paciente lector, lo aquí expuesto, te invito a un itinerario pedagógico por la capital para que compruebes por ti mismo, in situ, tales asertos. Inícialo en la calle Real. En San Nicolás mira a tu alrededor. Continúa calle arriba. Si no te quieres entretener en la plaza Cabrejas, sigue por Zapatería. No tengas prisa. Mira de reojo la plazoleta de San Gil. Contempla después el palacio de los Condes de Gómara y observa los edificios de enfrente, ¿qué te parece? Sube hasta Santo Domingo y examina la fachada románica y las construcciones próximas. ¿Qué tal el contraste? Puedes avanzar por Tejera, mas si no te atraen los pasajes desciende a buscar la plaza de San Clemente. Te aconsejo que te tomes una caña en cualquiera de los bares del popular “Tubo” mientras admiras la alineación estética del edificio de Telefónica. Sal al Collado y pásate por la Claustrilla. Mira a tu izquierda levantando la mirada. ¿No se asemeja el prisma que ves a una caja de cerillas en posición vertical? Gira la cabeza a tu derecha. Si conociste el teatro Avenida no sientas nostalgia: no te servirá de nada. Llégate a la plaza de San Esteban. Vuelve la vista al Collado, ¿todo armónico? Ahora guarda en tu retina el antiguo edificio de la Caja de Ahorros que, según dicen, quieren meterle la piqueta la institución benéfico-social. Recorre despacio la calle caballeros; observa. Si te quedan ganas y fuerzas sube al Castillo.
Llegado a este punto no está de más recordar que fue el general Durán quien sentó el precedente de la piqueta al tomar la decisión –militarmente discutible y urbanística y socialmente censurable- de ordenar la demolición de la fortaleza y las murallas de la ciudad por si el francés tenía la ocurrencia de volver a invadir Soria y hacerse fuerte en su interior. Corría el mes de junio de 1813.
Desde aquí pueden contemplarse lienzos que aún subsisten cual mudos testigos de un pasado medieval. Ahí abajo, a tus pies, Soria. Segovia y Ávila quedan lejos.
Desde aquí pueden contemplarse lienzos que aún subsisten cual mudos testigos de un pasado medieval. Ahí abajo, a tus pies, Soria. Segovia y Ávila quedan lejos.