Cuando este enviado especial presentó a primera hora de la tarde del jueves en el aeropuerto de Casablanca la tarjeta de embarque para el vuelo a El Aaiún (emitida desde la mañana en la Terminal 4 de Barajas), una asistente de tierra de la RAM consultó a dos agentes de seguridad impecablemente trajeados, más conocidos como los Armani entre los corresponsales extranjeros en Rabat, antes de responder: "Hay overbooking. Lo siento. No puede volar hoy".
Poco antes del mediodía del viernes se repitió la escena. "No tiene número de reserva", fue la excusa esta vez.
Peter Bouckaert, director de situaciones de emergencia de la ONG humanitaria Human Rights Watch (HRW), también pretendía viajar a El Aaiún. Esgrimía su pasaporte azul estadounidense mientras gritaba: "Muéstreme la pantalla. Eso no es cierto". De poco sirvieron las quejas ante los empleados de la RAM.
Cuando el delegado de HRW y el enviado de EL PAÍS se presentaron de nuevo ante el mostrador de facturación del vuelo de la tarde del viernes encontraron al colaborador de El Mundo Alí Lmbret voceando contra la muhabarat, los servicios secretos marroquíes. " ¡No hay derecho! ¡No me dejan viajar dentro de mi propio país!", clamaba el periodista Lmbret, nacido en Tetuán. "Sus billetes tienen problemas", susurraba la empleada de la RAM mientras devolvía los documentos de identidad y de viaje con expresión de profunda tristeza.
El último intento de EL PAÍS, por ahora, de viajar al Sáhara Occidental se produjo en la tarde de ayer. "Su billete está bloqueado. No, no sabemos quién ha dado la orden". A los agentes Armani solo les faltó decir: "Hay sitios a los que no le aconsejaríamos viajar" para completar un diálogo digno de Casablanca. Parece el principio de una larga enemistad de Marruecos con la prensa española.
Poco antes del mediodía del viernes se repitió la escena. "No tiene número de reserva", fue la excusa esta vez.
Peter Bouckaert, director de situaciones de emergencia de la ONG humanitaria Human Rights Watch (HRW), también pretendía viajar a El Aaiún. Esgrimía su pasaporte azul estadounidense mientras gritaba: "Muéstreme la pantalla. Eso no es cierto". De poco sirvieron las quejas ante los empleados de la RAM.
Cuando el delegado de HRW y el enviado de EL PAÍS se presentaron de nuevo ante el mostrador de facturación del vuelo de la tarde del viernes encontraron al colaborador de El Mundo Alí Lmbret voceando contra la muhabarat, los servicios secretos marroquíes. " ¡No hay derecho! ¡No me dejan viajar dentro de mi propio país!", clamaba el periodista Lmbret, nacido en Tetuán. "Sus billetes tienen problemas", susurraba la empleada de la RAM mientras devolvía los documentos de identidad y de viaje con expresión de profunda tristeza.
El último intento de EL PAÍS, por ahora, de viajar al Sáhara Occidental se produjo en la tarde de ayer. "Su billete está bloqueado. No, no sabemos quién ha dado la orden". A los agentes Armani solo les faltó decir: "Hay sitios a los que no le aconsejaríamos viajar" para completar un diálogo digno de Casablanca. Parece el principio de una larga enemistad de Marruecos con la prensa española.