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SORIA: Los tres capiteles sobre los que apoyan los nervios...

Soria - San Juan de Rabanera

Localización | La planta | La cabecera | La portada | El interior | El exterior del transepto

Iglesia románica de finales del siglo XII, parcialmente restaurada, y lamentablemente desvirtuada por los añadidos de dos capillas que trascienden a sus fachadas norte y sur. Exhibe una portada extraida de la ruinosa iglesia de San Nicolás. Fue declarada Monumento Nacional el 29 de julio de 1929.

Se encuentra en el centro de la ciudad de Soria, en la calle de los Caballeros, en un espacio de acusada pendiente que se trasluce al exterior.

La planta


El adjunto esquema de planta muestra el trazado en su situación actual: planta de cruz latina; amplio presbiterio; ábside en hemiciclo y dos absidiolos no ostensibles al exterior embebidos en el muro oriental de ambos brazos del transepto; transepto de anchura similar a la de la nave para originar un crucero sensiblemente cuadrado aunque algo distorsionado por las deformaciones geométricas de la planta; nave única de tres tramos; dos capillas añadidas en el siglo XV a uno y otro lado de la nave central, adosadas al muro occidental del transepto; un husillo que aloja la escalera de acceso a la torre levantada sobre el crucero en el siglo XVI.

Esta planta adolece de una tortuosa geometría pues no posee un eje recto en la dirección canónica del imafronte a la cabecera, ni respeta la debida ortogonalidad del transepto con respecto a la nave. Sorprende tan desmañada ejecución en un emplazamiento en el que aparentemente no existe ningún condicionante para un correcto replanteo.

Es un raro ejemplo dentro de la arquitectura románica soriana de iglesia cuya planta tiene disposición de cruz latina.

La cabecera

El ábside forma un hemiciclo de originalísimo aspecto externo (no se conoce otro similar en España). Lleva adosadas tres pilastras, a modo de contrafuertes, que son lisas de sección rectangular en el tramo inferior hasta la imposta baquetonada que corre por debajo de las ventanas, y estriadas de igual sección en el tramo superior hasta la cornisa.

Contrariamente a lo habitual, en posición central no se sitúa una ventana, sino una de las pilastras que se comporta como eje de simetría respecto al cual se distribuyen las otras dos pilastras y las dos únicas ventanas.

Las ventanas, de medio punto, tienen los huecos enmarcados por una decoración de estrías horizontales y puntas, presentando al exterior una arquivolta de baquetones sobre imposta jaqueada y capiteles de acanto.
Cuatro seudoventanas ciegas, dos a cada lado, ocupan las calles exteriores de este singular ábside. A efectos decorativos se dividen en tres zonas: la inferior sólo lleva unas acanaladuras verticales; la intermedia la ocupa un gran rosetón inscrito en un marco de pequeños botones, tema ornamental que se repite en otros lugares de esta iglesia y que fue objeto de imitación en otras de la zona; en la superior, dos órdenes decorativos más un tímpano con un motivo común basado en una pieza triangular con el vértice apuntando hacia una hoja vegetal colgante.

La portada

La iglesia cuenta con una soberbia portada, pero no es propia sino cedida. Ante el estado de ruina irreversible en que se encontraba la iglesia de San Nicolás de la misma ciudad de Soria, se decidió en 1908 trasladar su portada a la iglesia de San Juan de Rabanera donde hoy luce. Consta de tres arquivoltas lisas, una más, la interior, adornada con arquitos que se entrecruzan, y chambrana vegetal de pares de hojas. Apoyan los arcos sobre capiteles decorados con escenas pertenecientes al Nuevo Testamento (los cuatro de la izquierda) y relativos a la vida de San Nicolás (los de la derecha). El tímpano, de muy meritoria labor, representa un grupo de siete figuras de las que la central es la del santo mitrado en posición sedente. Esta portada puede ser de principios del siglo XIII.
En la composición escénica del tímpano se escalonan las figuras, no sólo por necesidades de adaptación al espacio semicircular, sino por la concepción románica de la jerarquización que otorga mayor tamaño a los personaje de mayor rango. Así, la figura central del tímpano, la de San Nicolás de Bari, obispo de Mira, aun estando sentado supera en altura a sus acompañantes de pie. Lleva el santo mitra y báculo episcopal; los clérigos imberbes que lo flanquean, uno un incensario y el otro un libro; los siguientes que permanecen asimismo de pie, sendos báculos; y, por fin, los acólitos de ambos extremos llevan en sus manos una palmatoria o candelabro.
Todo en estas tallas, la naturalidad de sus expresiones, sus atuendos, su posición girada hacia la figura central,... denota lo tardío de su ejecución, ya en época de transición al gótico.
Los capiteles de la jamba izquierda, de cimacios ricamente decorados con roleos, escenifican pasajes del Nuevo Testamento:

* Primer capitel: Jesucristo (el rostro muy deteriorado) se aparece a María Magdalena en un paraje arbolado.
* Segundo capitel: La Resurrección de Jesús en presencia de un ángel y de las santas mujeres.
* Tercer capitel: Jesús cenando en casa de Simón con María Magdalena postrada a sus pies.
* Cuarto capitel: La aparición de Jesús a sus discípulos, uno de los cuales, Tomás, palpa la llaga de su pecho en afianzamiento de su credulidad.

Los capiteles de la jamba derecha refieren episodios de la vida de San Nicolás:

* Primer capitel: El santo intercede ante el emperador Constantino abogando por la inocencia de tres soldados.
* Segundo capitel: El santo en posición central, mientras a su derecha queda un prisionero esposado con grilletes. Otro se postra a sus pies por haber sido salvado.
* Tercer capitel: Capitel muy mutilado del que no queda sino una figura masculina en la arista y la mano y la parte inferior del ropaje de otra.
* Cuarto capitel: También bastante deteriorado, describe el milagro de la multiplicación de los panes para repartir entre su gente.

Existe otra portada, la que en su día daba acceso por el costado sur, hoy cegada. Posee arco de medio ponto con arquivoltas exteriores baquetonadas lisas, e interiores decoradas con arcos entrecruzados al estilo de los de San Juan de Duero. En el tímpano se muestran dos rosetas que armonizan con los motivos decorativos del ábside. Capiteles de volutas, y fustes y basas muy deteriorados.

El interior

El interior responde la descripción que se ha hecho de la planta: una sola nave con transepto. Además del ábside central, y aunque no se perciban al exterior salvo por sendas ventanas de aspillera, existe en los muros orientales de cada uno de los brazos del transepto un absidiolo embutido en ellos.

Todos los espacios se cubren con bóvedas cuya tipología varía en función de cada uno de aquellos. Se desconoce cómo sería la bóveda primitiva de la nave hoy desaparecida y sustituida por otra de lunetos en el siglo XVIII.
El ábside
Cubre su planta semicircular con bóveda gallonada. Sobre una imposta bien labrada descansan gruesos nervios entre los que se disponen los gallones. No se trata de plementos como los utilizados en algunas bóvedas de cascarón nervadas, sino de auténticos gallones de acusada concavidad, como se evidencia en la imagen. Los nervios, como ya se ha dicho de las pilastras exteriores con las que se corresponden, se disponen de forma que el central ocupa el eje de la cabecera. Por cada nervio existe una columna de escasa entrega rematada por capitel figurativo.

Los tres capiteles sobre los que apoyan los nervios de la bóveda son prácticamente idénticos: aunque Gaya Nuño los describe como «magníficos capiteles de hojas», lo cierto es que muestran tres parejas de aves afrontadas (una pareja por cada cara), con una de sus alas desplegada por encima del cuerpo y la cabeza gacha en la manida actitud de picotearse las patas. El cimacio y el ábaco de estos capiteles son una continuidad de la lujosa imposta superior del ábside.

De los cuatro paños verticales en que se divide el hemiciclo, los dos centrales están ocupados por sendas ventas y los otros dos por hornacinas ciegas. El hueco exterior de las ventanas lo forman arcos de medio punto de grueso baquetón que apoyan sobre esbeltas columnas de altas basas y capiteles vegetales de hojas y volutas. Las hornacinas laterales dividen su alzado en dos partes: la inferior, acanalada, sirve de base al nicho superior en el que se aloja una estatua. La de la izquierda, la que se puede ver en la adjunta imagen, corresponde a San Pedro, siendo la única que ocupa su lugar original.
El arco triunfal
Arco doblado de sección recta bastante apuntado. En su clave confluyen los tres nervios de la bóveda del ábside. Descarga en semicolumnas adosadas rematadas superiormente por capiteles foliáceos. El capitel izquierdo es muy sencillo, a base de hojas lisas y mínimas volutas en los vértices. El capitel derecho es más elaborado: se adorna con hojas bien trabajadas y tallos perlados. En ambos casos la imposta corrida forma el cimacio y el ábaco de estos capiteles.
El presbiterio
Se cubre con bóveda de cañón apuntado reforzada por dos ojivas de dudosa funcionalidad estructural. En sus muros laterales se abrían originariamente sendas parejas de hornacinas de las que sólo se conserva el tándem de la derecha, pues el opuesto fue sustituido en el siglo XVII por un arcosolio. Las hornacinas subsistentes están formadas por arcos de medio punto soportados por columnillas de basas acanaladas y capiteles de hojas y volutas. Son en todo similares a los típicos huecos de ventana, aunque ciegos y sin derrame. En su interior se alojan las hornacinas propiamente dichas cuyo frente va festoneado en zigzag; cada una de ellas albergaría en su día una escultura representativa de cada uno de los evangelistas. Estas figuras han desaparecido a excepción de una que se encuentra ahora en la hornacina derecha del ábside.
El crucero
De planta cuadrada, está abovedado por medio de un casquete semiesférico con apoyo sobre una base octogonal. La originalidad de esta bóveda radica en las trompas angulares que hacen posible el tránsito de la planta cuadrada al octógono. Cada una de ellas constituye una pequeña bóveda troncocónica cuyo arco externo presenta su arquivolta con profusa decoración animalística.

Los cuatro arcos torales son apuntados y doblados, de sección recta. Descansan sobre medias columnas adosadas con interposición de capiteles labrados. La imposta que discurre por toda la cabecera forma también los ábacos y cimacios de estos capiteles como los de todos los demás. La composición ornamental es variada: en los capiteles del ángulo noreste abundan las aves y otros seres fabulosos; los capiteles de ángulo sureste muestran composiciones vegetales de hojas, tallos y bulbos.
El transepto
Los dos brazos del transepto se cubren con bóvedas de cañón apuntado similares a la del presbiterio, pero aquí sin las ojivas de refuerzo. En cada uno de los muros orientales, tal como se aprecia en la planta, existe un absidiolo (ver imagen) que no llega a manifestarse al exterior. Su planta es un segmento circular menor que el semicírculo pues el espesor del muro no es lo suficientemente grande. Se cubre con bóveda de horno y su frente está enmarcado por un arco apuntado de baquetones. Exhibe profusa decoración en su dovelas, capiteles e imposta.

El exterior del transepto

Los astiales de ambos brazos del transepto son muy similares; el de la imagen adjunta corresponde al meridional. Posee contrafuertes indicativos de su avanzada época de construcción. En el vértice del frontón, sobre una plataforma soportada por dos canecillos, un león sujeta su presa. En el centro, una ventana cuyas columnillas apoyan dos hiladas por encima del alféizar; arco de medio punto de arquivolta lisa.