El Collado y Casco Antiguo
La plaza Mariano Granados es el centro neurálgico de la capital soriana. Desde la misma, el viajero tiene dos opciones. Una de ellas introducirse en un bello jardín verde de una calidad sin igual, La Dehesa, y la otra caminar por El Collado y sus calles contiguas viendo de esta manera, las plazas, calles y fachadas más antiguas de la ciudad, cargadas de historia y tradición.
Y como la mayoría de las ciudades con cierta historia, Soria posee una serie de calles denominadas como “casco antiguo”. Y este enredo de calles estrechas, antiguas y frías, están comandadas por la calle más famosa de la ciudad, la conocida como El Collado. En esta entrañable calle comercial, pequeña y estrecha, con soportales y un señorial casino, tuvo Antonio Machado su primer lugar de residencia al llegar a tierras sorianas en 1907, concretamente en número 54.
Como espina dorsal de Soria, de El Collado parten numerosas calles en las que se encuentran los edificios más antiguos e históricos de la ciudad, como El Palacio de los Ríos de principios del siglo XVI, en la calle Aduana Vieja, de magnífica portada renacentista de medio punto entre pilastras y a los lados sendos escudos de los Ríos Salcedo, junto con balcón entre flameros sobre la portada, que se remata con otro escudo y una curiosa y bella ventana en la esquina, también coronada con un precioso escudo. Más arriba, está la Casa de los Castejones, con decoración plateresca, la de Diego Solier, y al otro lado, la portada barroca con escudo de Carlos III, del entrañable Instituto que lleva el nombre del poeta que más “cantó” a Soria, Antonio Machado. Anexas al collado, nos encontramos cuatro plazas muy conocidas por todos los sorianos como son la de Herradores y “El Tubo”, conocidas por albergar en ellos numerosos bares y tascas en los que los sorianos degustan todo tipo de bebidas y comidas, destacando así la importante gastronomía existente en Soria, además de la conocida con el nombre de “La plaza de la tarta”, llena de niños correteando las famosas palomas sorianas y “La Plaza del Olivo”, en la que se encontraba la sede soriana de El Banco de España.
La plaza Mariano Granados es el centro neurálgico de la capital soriana. Desde la misma, el viajero tiene dos opciones. Una de ellas introducirse en un bello jardín verde de una calidad sin igual, La Dehesa, y la otra caminar por El Collado y sus calles contiguas viendo de esta manera, las plazas, calles y fachadas más antiguas de la ciudad, cargadas de historia y tradición.
Y como la mayoría de las ciudades con cierta historia, Soria posee una serie de calles denominadas como “casco antiguo”. Y este enredo de calles estrechas, antiguas y frías, están comandadas por la calle más famosa de la ciudad, la conocida como El Collado. En esta entrañable calle comercial, pequeña y estrecha, con soportales y un señorial casino, tuvo Antonio Machado su primer lugar de residencia al llegar a tierras sorianas en 1907, concretamente en número 54.
Como espina dorsal de Soria, de El Collado parten numerosas calles en las que se encuentran los edificios más antiguos e históricos de la ciudad, como El Palacio de los Ríos de principios del siglo XVI, en la calle Aduana Vieja, de magnífica portada renacentista de medio punto entre pilastras y a los lados sendos escudos de los Ríos Salcedo, junto con balcón entre flameros sobre la portada, que se remata con otro escudo y una curiosa y bella ventana en la esquina, también coronada con un precioso escudo. Más arriba, está la Casa de los Castejones, con decoración plateresca, la de Diego Solier, y al otro lado, la portada barroca con escudo de Carlos III, del entrañable Instituto que lleva el nombre del poeta que más “cantó” a Soria, Antonio Machado. Anexas al collado, nos encontramos cuatro plazas muy conocidas por todos los sorianos como son la de Herradores y “El Tubo”, conocidas por albergar en ellos numerosos bares y tascas en los que los sorianos degustan todo tipo de bebidas y comidas, destacando así la importante gastronomía existente en Soria, además de la conocida con el nombre de “La plaza de la tarta”, llena de niños correteando las famosas palomas sorianas y “La Plaza del Olivo”, en la que se encontraba la sede soriana de El Banco de España.