El Convento de San Francisco de Soria
Ruinas del convento de San Francisco
Ruinas del Convento de San Francisco de Soria
Una piadosa tradición aceptada por los grandes cronistas de la Orden, mantiene que San Francisco pasó por Soria, en 1214, cuando acudía a Santiago en peregrinación. Se hospedó en lo que entonces era monasterio de Nuestra Señora del Mercado, después llamado La Blanca, más tarde priorato de benitos y, desde 1854, coso taurino. Desde allí, una mañana cruzó lo que entonces sería dehesa boyal, después dehesa de San Andrés, formó cinco montones de piedras, y a la pregunta del monje que le acompañaba sobre este acto, el de Asís dijo que “comenzaba la obra de Dios como podía”. Al margen de leyendas, parece ser que antes de 1227 el convento ya estaba fundado.
La falta de documentación hace imposible ser más concretos. Como veremos, las vicisitudes por las que este monasterio ha pasado a lo largo de su dilatada vida, hace pensar que todo se perdiera de una u otra forma, tal y como nos aseguran.
En el libro de actas del Ayuntamiento encontramos la primera mención directa al monasterio, en la tardía fecha de 1584. Se trata de un Acuerdo del 21 de febrero de 1584, por el cual el Común de la Ciudad de Soria acuerda ayudar al convento en su restauración, ya que el edificio estaba en peligro de ruina. Se les concede cuatrocientos ducados (la necesidad era de más de cuatro mil ducados) de sobras de alcabalas del año 84 y del depósito de la Ciudad, cien de cada, y de fuentes y puentes doscientos (A. H. L. sección Actas).
Se consolidó el monasterio pero, treinta y cuatro años más tarde se incendió.
“En la ciudad de Soria, a 16 de (no se ve el mes) de 1618. Se reúnen el estado del común para “tratar y consensuar las cosas tocantes al dicho estado y siendo que estando presentes (aquí los jurados de las distintas cuadrillas de la ciudad), se acordó lo siguiente, acerca de que con don Antonio Lacasci, prior de San Francisco, extramuros de esta ciudad se ha quemado (…) produce lástima y compasión y para que esto se procure remediar lo que se pudiere (…) acordo el dicho estado que por cuadrillas vaya la gente de esta ciudad a trabajar en sacar la tierra y otros materiales para que se pueda habitar el convento (…) al vecino que se le notifique por el jurado y no vaya, se le saque prenda por cien maravedíes para que con ellos vaya un peón para el dicho efecto”. En ella se dice que el convento se quemó en día de la Conversión de San Pablo, 25 de enero de 1618. El incendio fue “tan vehemente que se abrasó todo, sin quedar indemne más que la iglesia y el coro”. (A. H. L. S. Sección Actas)
La ciudad se volcó. Después de desescombrar se aprobaron sisas para recaudar tres mil ducados a los vinos, carneros… La sisa se impuso con la condición de que la provincia de la Concepción, a la que pertenecía el convento, contribuyera con 800 ducados anuales mientras durase la obra.
A partir del incendio abunda la documentación en protocolos notariales. Aprovechando el fuego, los nobles restauran las capillas. Así hallamos el arreglo de la capilla de los mariscales:
Ruinas del convento de San Francisco
Ruinas del Convento de San Francisco de Soria
Una piadosa tradición aceptada por los grandes cronistas de la Orden, mantiene que San Francisco pasó por Soria, en 1214, cuando acudía a Santiago en peregrinación. Se hospedó en lo que entonces era monasterio de Nuestra Señora del Mercado, después llamado La Blanca, más tarde priorato de benitos y, desde 1854, coso taurino. Desde allí, una mañana cruzó lo que entonces sería dehesa boyal, después dehesa de San Andrés, formó cinco montones de piedras, y a la pregunta del monje que le acompañaba sobre este acto, el de Asís dijo que “comenzaba la obra de Dios como podía”. Al margen de leyendas, parece ser que antes de 1227 el convento ya estaba fundado.
La falta de documentación hace imposible ser más concretos. Como veremos, las vicisitudes por las que este monasterio ha pasado a lo largo de su dilatada vida, hace pensar que todo se perdiera de una u otra forma, tal y como nos aseguran.
En el libro de actas del Ayuntamiento encontramos la primera mención directa al monasterio, en la tardía fecha de 1584. Se trata de un Acuerdo del 21 de febrero de 1584, por el cual el Común de la Ciudad de Soria acuerda ayudar al convento en su restauración, ya que el edificio estaba en peligro de ruina. Se les concede cuatrocientos ducados (la necesidad era de más de cuatro mil ducados) de sobras de alcabalas del año 84 y del depósito de la Ciudad, cien de cada, y de fuentes y puentes doscientos (A. H. L. sección Actas).
Se consolidó el monasterio pero, treinta y cuatro años más tarde se incendió.
“En la ciudad de Soria, a 16 de (no se ve el mes) de 1618. Se reúnen el estado del común para “tratar y consensuar las cosas tocantes al dicho estado y siendo que estando presentes (aquí los jurados de las distintas cuadrillas de la ciudad), se acordó lo siguiente, acerca de que con don Antonio Lacasci, prior de San Francisco, extramuros de esta ciudad se ha quemado (…) produce lástima y compasión y para que esto se procure remediar lo que se pudiere (…) acordo el dicho estado que por cuadrillas vaya la gente de esta ciudad a trabajar en sacar la tierra y otros materiales para que se pueda habitar el convento (…) al vecino que se le notifique por el jurado y no vaya, se le saque prenda por cien maravedíes para que con ellos vaya un peón para el dicho efecto”. En ella se dice que el convento se quemó en día de la Conversión de San Pablo, 25 de enero de 1618. El incendio fue “tan vehemente que se abrasó todo, sin quedar indemne más que la iglesia y el coro”. (A. H. L. S. Sección Actas)
La ciudad se volcó. Después de desescombrar se aprobaron sisas para recaudar tres mil ducados a los vinos, carneros… La sisa se impuso con la condición de que la provincia de la Concepción, a la que pertenecía el convento, contribuyera con 800 ducados anuales mientras durase la obra.
A partir del incendio abunda la documentación en protocolos notariales. Aprovechando el fuego, los nobles restauran las capillas. Así hallamos el arreglo de la capilla de los mariscales:
Carlos Jerónimo de Arellano, gobernador de las villas de Ciria y Borobia (Soria), en nombre de Don Carlos de Luna y Arellano, mariscal de Castilla, contrata hacer la cubierta de la capilla de los señores mariscales, en la iglesia del Convento de San Francisco de Soria, con Juan Fernández Prieto, carpintero, vecino de dicha ciudad. “Se ha de pagar en una librança sobre las personas que tienen arrendado Dehesa de Tablado”, previa tasación por expertos (7-6-1618. A. H. P. S. Notaría de Miguel de la Peña).
La de la escalera del convento (1). Juan de Bentimilla, maestro de obras, vecino de Soria, se obliga a construir la escalera para el convento de San Francisco, en dicha ciudad por 150 ducados. Debía estar acabada a final de marzo de 1619 (3-9-1618. A. H. P. S. Notaría de Martín de Esparza).
Los arcos del refectorio y del claustro. Martín de Solano, cantero, residente en Soria, presenta traza y condiciones para construir los arcos del refectorio del convento de San Francisco, de dicha ciudad, al precio de doscientos reales por cada arco. En esta misma fecha y el mismo cantero, firma el contrato para hacer los arcos del claustro a razón de doscientos reales por cada uno. (El 12-9-1618. A. H. P. S., Martín de Esparza).
Obras para retablos. Matías de Rivas y otros, cuatros de la cofradía de Ntra. Sra. de Belén, contratan un retablo para la capilla de dicha cofradía con Diego López, ensamblador, vecino de Soria, por 460 reales. (A. H. P. S. 19-11-1619. Ante Martín de Esparza). Fray Baltasar de Luçon, guardián del convento, contrata un retablo para la capilla de las reliquias con Diego López, ensamblador, vecino de Soria, por dosmil quinientos reales, más la madera. La mitad en madera y la otra mitad en trigo. (A. H. P. S. 9-5-1626, ante Melchor de Esparza). Otro documento se registra a fin de restaurar la capilla de los Vera: Pedro Ruia, Tomás del Campo y Nicolás Palacios, canteros, contratados para la obra de la capilla de los Veras (10-8-1633. A. H. P. S. Ante Juan de la Peña).
Nos interesa especialmente la obra contratada algunos años después, concretamente en 1683. Se trata de la restauración de la capilla de la Concepción, en el presbiterio, propiedad del marqués de Velamazán (2).
“En la ciudad de Soria a diez y seis días del mes de julio de Mil y seiscientos y ocheta y tres años, ante mí, el escribano y testigos comparecen presentes de la una parte el Señor Don Martín Pedro de Castejón, Caballero de la Orden de Calatrava, Marqués de Belamazán y Oidor de esta Ciudad; y de la otra, el muy reverendo padre Fray Francisco Garcés, predicador general y guardián del convento de Nuestro Padre San Francisco de esta Ciudad. En virtud de la licencia que tiene del Reverendo Padre Fray Francisco Conde, Ministro Provincial de la Provincia de la Concepción, que me entregó, original, para intervenir en esta escritura y es del tenor siguiente
Aquí la patente
Usando de dicha patente dijeron que por cuanto en dicho convento el dicho señor Marqués como sucesor en su casa y mayorazgos tiene el derecho de patronato de una capilla y enterramientos con la advocación de Nuestra Señora de la Concepción aque está debajo de un arco que tiene encima el Altar Mayor de dicho convento que hasta aquí ha estado en alto ocupando superiormente el distrito y suelo de dicha capilla y habiéndose conocido incovenientes en mantener el altar mayor en aquella altura y sitio y amenazar ruina el arco y techumbre sobre el que está cargado se ha tratado de bajarle al suelo corriente de la capilla mayor ocupando el suelo de la dicha capilla de la concepción y entierros que en la testera y sitio principal de la dicha Iglesia y transferido y conferido la forma para el logro del intento, mas decencia y hermosura de la iglesia y conservar del derecho de las partes, han capitulado y capitulan lo siguiente
Que la dicha capilla de la Concepción que es de dicho Señor Marqués, y techumbre de ella se ha de derribar hasta todo lo que está sobrepuesto a las paredes principales de la Iglesia y se ha de bajar el Altar Mayor y retablo al hueco de dicha capilla en la conformidad que conviniere al término y capacidad de ella.
Que desde la entrada de dicha capilla se han de hacer gradas para subir al altar mayor y presbiterio conforme fueren necesarias a la proporción de la obra.
Que el dicho padre guardián y convento y quien le sucediere en la guardia han de levantar el archo que hay en dicha capilla de la Concepción por sepulcro que está al lado del Evangelio en el término que quedara después de derribada dicha capilla a lo alto que conviniere sobre las gradas, y de la misma manera se ha de hacer otro sitio a la parte de la Epístola sobre las gradas y en la proporción conveniente, y estos arcos han de estar metidos dentro de las paredes dejando hueco en ellos bastante para sepulcro y sin que vuelen afuera y se han de poner en ellos las armas que son de piedra sobre los arcos a costa de dicho convento de manera que uno y otro queden descubiertos y patentes sobre las dichas gradas sin poderlos cubrir ni ocultar.
Que en la capacidad que quedaran hechas las gradas para el Altar Mayor en los lados del Evangelio y la Epístola junto al Altar Mayor en el suelo del presbiterio se han de poner las sepulturas que hay en las dichas capillas con sus armas una a cada lado y también se han de poder poner todas las demás que cupieren en todo el distrito del llano y última grada del presbiterio, de manera que todo él sin reservar cosa alguna y todo el distrito que ocupara dicha capilla se ha de quedar en posesión y como entierros pertenecientes a ella y a dichos marqueses y sucesores de su casa y Mayorazgo y si quisieran en todo dicho distrito hacer y fabricar bóveda debajo de las gradas y Altar puedan hacerlo en cualquier tiempo.
Que todas las obras como es derribar la capilla, arcos, gradas, armas de piedra, presbiterio y poner el altar mayor ha de ser a costa de dicho convento sin alzar mano de ello porque todo se ha de ejecutar con la brevedad posible
Que en todo el resto de la capilla mayor y cuerpo de ella, ahora ni en nigún tiempo no se ha poder conceder ni levantar sepulcro del suelo sino que han de estar las sepulturas rasas en la conformidad que hoy están en todo de la capilla mayor.
Que no habiendo menester el convento el retablo que hoy tiene dicha capilla que es la hechura de la Concepción se ha de volver a dicho señor marqués.
Que el hueco de la escalera que sube al Altar mayor se quede para el dicho señor Marqués de Velamazán y sus sucesores sin que se pueda dar a persona alguna sino es que primeramente se diga y quisiere el dicho señor Marqués”.
Y nos interesa especialmente porque es el lugar principal de esta y cualquier iglesia, porque nos viene a decir el documento que hay huecos, enterramientos y cripta, lo que apoya la conversación telefónica mantenida por un religioso de Mallorca con un sacerdote del Burgo de Osma, ya fallecido, en la cual dijo que el rey napolitano estaba enterrado en el centro de la cripta de la capilla mayor del convento, y que recordaba que, cuando el cambio de propiedad, lo dijeron a los nuevos propietarios ¿la Diputación? No sabemos, pues poco o ningún caso hicimos en aquel momento al anciano sacerdote, ya que todavía no había aparecido el testamento y, si bien conocíamos que Jaume IV podría haber muerto en Soria, o pasar moribundo por la ciudad, el testamento aún no había aparecido, que es donde se dice, claramente, dónde quiere ser inhumando.
Siguen las obras en el monasterio y, en 1687, se realiza un retablo para la capilla mayor: 20-7-1687, Domingo de la Torre y Río, síndico del convento de San Francisco de Soria, contrata el retablo para la capilla mayor con Pedro de Elguero y José del Noval, ensambladores, residentes en Soria, por quince mil reales de vellón (A. H. P. S. Mateo Sánchez de la Peña, 1687, folios 351 a 356).
La vida de la comunidad continúa y conocemos, por el Catastro del marqués de la Ensenada (1757. A. H. P), que por esas fechas vivían en el convento 25 sacerdotes, 14 estudiantes, 6 legos y 2 donados, que todos hacen 47 religiosos.
La de la escalera del convento (1). Juan de Bentimilla, maestro de obras, vecino de Soria, se obliga a construir la escalera para el convento de San Francisco, en dicha ciudad por 150 ducados. Debía estar acabada a final de marzo de 1619 (3-9-1618. A. H. P. S. Notaría de Martín de Esparza).
Los arcos del refectorio y del claustro. Martín de Solano, cantero, residente en Soria, presenta traza y condiciones para construir los arcos del refectorio del convento de San Francisco, de dicha ciudad, al precio de doscientos reales por cada arco. En esta misma fecha y el mismo cantero, firma el contrato para hacer los arcos del claustro a razón de doscientos reales por cada uno. (El 12-9-1618. A. H. P. S., Martín de Esparza).
Obras para retablos. Matías de Rivas y otros, cuatros de la cofradía de Ntra. Sra. de Belén, contratan un retablo para la capilla de dicha cofradía con Diego López, ensamblador, vecino de Soria, por 460 reales. (A. H. P. S. 19-11-1619. Ante Martín de Esparza). Fray Baltasar de Luçon, guardián del convento, contrata un retablo para la capilla de las reliquias con Diego López, ensamblador, vecino de Soria, por dosmil quinientos reales, más la madera. La mitad en madera y la otra mitad en trigo. (A. H. P. S. 9-5-1626, ante Melchor de Esparza). Otro documento se registra a fin de restaurar la capilla de los Vera: Pedro Ruia, Tomás del Campo y Nicolás Palacios, canteros, contratados para la obra de la capilla de los Veras (10-8-1633. A. H. P. S. Ante Juan de la Peña).
Nos interesa especialmente la obra contratada algunos años después, concretamente en 1683. Se trata de la restauración de la capilla de la Concepción, en el presbiterio, propiedad del marqués de Velamazán (2).
“En la ciudad de Soria a diez y seis días del mes de julio de Mil y seiscientos y ocheta y tres años, ante mí, el escribano y testigos comparecen presentes de la una parte el Señor Don Martín Pedro de Castejón, Caballero de la Orden de Calatrava, Marqués de Belamazán y Oidor de esta Ciudad; y de la otra, el muy reverendo padre Fray Francisco Garcés, predicador general y guardián del convento de Nuestro Padre San Francisco de esta Ciudad. En virtud de la licencia que tiene del Reverendo Padre Fray Francisco Conde, Ministro Provincial de la Provincia de la Concepción, que me entregó, original, para intervenir en esta escritura y es del tenor siguiente
Aquí la patente
Usando de dicha patente dijeron que por cuanto en dicho convento el dicho señor Marqués como sucesor en su casa y mayorazgos tiene el derecho de patronato de una capilla y enterramientos con la advocación de Nuestra Señora de la Concepción aque está debajo de un arco que tiene encima el Altar Mayor de dicho convento que hasta aquí ha estado en alto ocupando superiormente el distrito y suelo de dicha capilla y habiéndose conocido incovenientes en mantener el altar mayor en aquella altura y sitio y amenazar ruina el arco y techumbre sobre el que está cargado se ha tratado de bajarle al suelo corriente de la capilla mayor ocupando el suelo de la dicha capilla de la concepción y entierros que en la testera y sitio principal de la dicha Iglesia y transferido y conferido la forma para el logro del intento, mas decencia y hermosura de la iglesia y conservar del derecho de las partes, han capitulado y capitulan lo siguiente
Que la dicha capilla de la Concepción que es de dicho Señor Marqués, y techumbre de ella se ha de derribar hasta todo lo que está sobrepuesto a las paredes principales de la Iglesia y se ha de bajar el Altar Mayor y retablo al hueco de dicha capilla en la conformidad que conviniere al término y capacidad de ella.
Que desde la entrada de dicha capilla se han de hacer gradas para subir al altar mayor y presbiterio conforme fueren necesarias a la proporción de la obra.
Que el dicho padre guardián y convento y quien le sucediere en la guardia han de levantar el archo que hay en dicha capilla de la Concepción por sepulcro que está al lado del Evangelio en el término que quedara después de derribada dicha capilla a lo alto que conviniere sobre las gradas, y de la misma manera se ha de hacer otro sitio a la parte de la Epístola sobre las gradas y en la proporción conveniente, y estos arcos han de estar metidos dentro de las paredes dejando hueco en ellos bastante para sepulcro y sin que vuelen afuera y se han de poner en ellos las armas que son de piedra sobre los arcos a costa de dicho convento de manera que uno y otro queden descubiertos y patentes sobre las dichas gradas sin poderlos cubrir ni ocultar.
Que en la capacidad que quedaran hechas las gradas para el Altar Mayor en los lados del Evangelio y la Epístola junto al Altar Mayor en el suelo del presbiterio se han de poner las sepulturas que hay en las dichas capillas con sus armas una a cada lado y también se han de poder poner todas las demás que cupieren en todo el distrito del llano y última grada del presbiterio, de manera que todo él sin reservar cosa alguna y todo el distrito que ocupara dicha capilla se ha de quedar en posesión y como entierros pertenecientes a ella y a dichos marqueses y sucesores de su casa y Mayorazgo y si quisieran en todo dicho distrito hacer y fabricar bóveda debajo de las gradas y Altar puedan hacerlo en cualquier tiempo.
Que todas las obras como es derribar la capilla, arcos, gradas, armas de piedra, presbiterio y poner el altar mayor ha de ser a costa de dicho convento sin alzar mano de ello porque todo se ha de ejecutar con la brevedad posible
Que en todo el resto de la capilla mayor y cuerpo de ella, ahora ni en nigún tiempo no se ha poder conceder ni levantar sepulcro del suelo sino que han de estar las sepulturas rasas en la conformidad que hoy están en todo de la capilla mayor.
Que no habiendo menester el convento el retablo que hoy tiene dicha capilla que es la hechura de la Concepción se ha de volver a dicho señor marqués.
Que el hueco de la escalera que sube al Altar mayor se quede para el dicho señor Marqués de Velamazán y sus sucesores sin que se pueda dar a persona alguna sino es que primeramente se diga y quisiere el dicho señor Marqués”.
Y nos interesa especialmente porque es el lugar principal de esta y cualquier iglesia, porque nos viene a decir el documento que hay huecos, enterramientos y cripta, lo que apoya la conversación telefónica mantenida por un religioso de Mallorca con un sacerdote del Burgo de Osma, ya fallecido, en la cual dijo que el rey napolitano estaba enterrado en el centro de la cripta de la capilla mayor del convento, y que recordaba que, cuando el cambio de propiedad, lo dijeron a los nuevos propietarios ¿la Diputación? No sabemos, pues poco o ningún caso hicimos en aquel momento al anciano sacerdote, ya que todavía no había aparecido el testamento y, si bien conocíamos que Jaume IV podría haber muerto en Soria, o pasar moribundo por la ciudad, el testamento aún no había aparecido, que es donde se dice, claramente, dónde quiere ser inhumando.
Siguen las obras en el monasterio y, en 1687, se realiza un retablo para la capilla mayor: 20-7-1687, Domingo de la Torre y Río, síndico del convento de San Francisco de Soria, contrata el retablo para la capilla mayor con Pedro de Elguero y José del Noval, ensambladores, residentes en Soria, por quince mil reales de vellón (A. H. P. S. Mateo Sánchez de la Peña, 1687, folios 351 a 356).
La vida de la comunidad continúa y conocemos, por el Catastro del marqués de la Ensenada (1757. A. H. P), que por esas fechas vivían en el convento 25 sacerdotes, 14 estudiantes, 6 legos y 2 donados, que todos hacen 47 religiosos.
En marzo de 1812 vuelve a incendiarse el convento. “El general José Joaquín Durán, en marzo de 1812, manda demoler las murallas de Soria, los conventos de San Benito, San Francisco, la Concepción, San Agustín y el Hospicio, a fin de que no sirvieran de abrigo a nuevas tropas enemigas y evitar que las que habian dentro resistieran, ya que almacenaba más de 8.000 fanegas de grano y grandes cantidades de galleta”. (José Antonio Pérez-Rioja. Soria en la Guerra de la Independencia. 1959).
Antes de hacer referencia a la Desamortización de Mendizábal, diremos lo que hemos descubierto en la investigación referente a los incendios. Todos los investigadores, o divulgadores, han dicho que el incendio destruyó por completo, en dos ocasiones, algunos aseguran que en tres, confundiendo la ruina del siglo XVI con un incendio. Pero no fue así.
En 1533 la iglesia románica, la primitiva, se encuentra en inminente ruina. Por ello, en 1582 se inician las obras y asentamiento de la iglesia gótica. Los frailes, además, atienden solicitudes de enterramientos, sobre todo de nobles. Se amplia la iglesia: se crean las dos naves laterales y nuevas capillas, como puede observar en el archivo adjunto: "plano", copiado del libro “Memoria de la parroquia de San Francisco de Asís”. Padre Rufo Nafría (Soria, 1996). De aquí, también podemos desprender que el enterramiento de Jaume IV, se produce en la nave central, puesto que, creemos, que anterior a esta edificación gótica, la primitiva iglesia, comportaba una sola nave, y por tanto descartamos las naves laterales.
Primer incendio 1618. La aseveración histórica (tanto por parte de historiadores mallorquines, sorianos y catalanes) de que Jaume IV desaparece en este incendio, viene determinado por que en este año, hubo un incendio, pero quemó el convento, quedando indemne la iglesia, lugar de enterramiento de Jaume IV.
Segundo incendio en 1812. Este incendio, provocado en la guerra de la independencia, si afecta a la iglesia y concretamente a la capilla mayor (Capilla Concepción), y al crucero central, quedando intacto media iglesia (más o menos) y el convento.
Al terminar la guerra, los frailes reemprendieron los trabajos de descombro de la capilla, pero al no disponer de dinero suficiente, y al mismo tiempo, disponer de una iglesia de enormes proporciones, deciden su reducción. Se dejan apartadas las naves laterales (efecto que se puede ver hoy en día) y con nueva cabecera, se edifica un nuevo altar y nuevo presbiterio, que ocupará y ocupa ahora, más o menos la mitad de la iglesia gótica, y que conllevará a dejar de lado parte de la antigua iglesia gótica, por ello, la parte central de las ruinas actuales, bajo ábside central que aún se conserva, pertenecen al altar mayor, capilla mayor, o capilla de la Concepción.
En 1835 se produce la desamortización de Mendizábal y se destina a hospital, quedando en manos de la Diputación Provincial. Durante este tiempo, el hospital de Santa Isabel 1835-1970, recibe la congregación de Hijas de la Caridad. En el Archivo Histórico, Desamortización, se encuentra un acta de fecha 26 de septiembre de 1835, del Gobierno Civil de Soria. En ella, el doctor don Juan Antonio Carrascosa, deán de la Colegial de San Pedro, relaciona los objetos recibidos del señor Antonio Remon, comisionado principal de los arbitrios de Amortización de la provincia de Soria, pertenecientes “al extinguido convento de San Francisco”. Interviene otro comisionado, Manuel Ubieta. Entre los objetos cuatrocientos seis libros o tomos de variadas obras, constando en el inventario “veinte arrobas de libros viejos”.
Iglesia de San Francisco (Soria) En el año 1970, el hospital de Santa Isabel, se había transladado a la carretera de Logroño, y el obispado de Osma-Soria, realiza un decreto para asentar su parroquia.
En el año 1981, se realiza una limpieza, para acondicionar el patio (ruinas) del Colegio Universitario (edificado dentro del recinto del convento), donde se retiraron gallinero, pocilgas, etc, pertenecientes al antiguo hospital, rebajando en un metro (según D. Rufo) el solar y hallando una nueva inscripción.
Por ello, en conclusión, (hasta ahora), podemos afirmar, documentalmente, que:
1. Jaime IV no desaparece, como dicen los historiadores, en el incendio del 1618. Pues se quema el convento pero no la iglesia.
2. Sin poder establecer un diagnóstico de su estado actual bajo tierra, está situada la cripta (parte de capilla de la Concepción) y dicha cripta, está ubicada bajo el ábside central de las ruinas que hoy todavía podemos contemplar.
(1) Todavía se conserva en perfecto estado sirviendo a diario para el paso a las aulas de los estudiantes del Colegio Universitario, ubicado en las dependencias del antiguo convento.
(2) Martín Juan González de Castejón y Morales (1604-1686), V señor de Velamazán y de Alpedroche. Nacido en Soria, contrajo matrimonio con Ángela de Belvis y Cabanillas, natural de Valencia, de familia originaria de Cataluña, señores del castillo de Belvis. Al morir dejó los mayorazgos heredados y los que tuvo de Inés de Morales y Medrano a su primogénito, Martín Pedro, y el resto a todos sus hijos. De ellos, destaca don Bernardino González de Castejón y Belvis, colegial del Santa Cruz de Valladolid, caballero de la Orden de Alcántara, alcalde de Sevilla por designación real, en 1672 oidor de la Chancillería de Granada y en 1681 fue nombrado fiscal del Consejo de Órdenes y oidor del Consejo Real de Castilla. Al no tener descendencia, dejó el usufructo de sus bienes a su mujer, Isabel de Contreras y Arellano, y a su madre, Ángela de Belvis, para que posteriormente se aplicaran "a la fábrica de la Iglesia de Velamazán, que está comenzada... y terminada ésta se funde una capellanía
© Josep Mas i Llaneres
Miquel Gayá Florit
Isabel Goig Soler
Antes de hacer referencia a la Desamortización de Mendizábal, diremos lo que hemos descubierto en la investigación referente a los incendios. Todos los investigadores, o divulgadores, han dicho que el incendio destruyó por completo, en dos ocasiones, algunos aseguran que en tres, confundiendo la ruina del siglo XVI con un incendio. Pero no fue así.
En 1533 la iglesia románica, la primitiva, se encuentra en inminente ruina. Por ello, en 1582 se inician las obras y asentamiento de la iglesia gótica. Los frailes, además, atienden solicitudes de enterramientos, sobre todo de nobles. Se amplia la iglesia: se crean las dos naves laterales y nuevas capillas, como puede observar en el archivo adjunto: "plano", copiado del libro “Memoria de la parroquia de San Francisco de Asís”. Padre Rufo Nafría (Soria, 1996). De aquí, también podemos desprender que el enterramiento de Jaume IV, se produce en la nave central, puesto que, creemos, que anterior a esta edificación gótica, la primitiva iglesia, comportaba una sola nave, y por tanto descartamos las naves laterales.
Primer incendio 1618. La aseveración histórica (tanto por parte de historiadores mallorquines, sorianos y catalanes) de que Jaume IV desaparece en este incendio, viene determinado por que en este año, hubo un incendio, pero quemó el convento, quedando indemne la iglesia, lugar de enterramiento de Jaume IV.
Segundo incendio en 1812. Este incendio, provocado en la guerra de la independencia, si afecta a la iglesia y concretamente a la capilla mayor (Capilla Concepción), y al crucero central, quedando intacto media iglesia (más o menos) y el convento.
Al terminar la guerra, los frailes reemprendieron los trabajos de descombro de la capilla, pero al no disponer de dinero suficiente, y al mismo tiempo, disponer de una iglesia de enormes proporciones, deciden su reducción. Se dejan apartadas las naves laterales (efecto que se puede ver hoy en día) y con nueva cabecera, se edifica un nuevo altar y nuevo presbiterio, que ocupará y ocupa ahora, más o menos la mitad de la iglesia gótica, y que conllevará a dejar de lado parte de la antigua iglesia gótica, por ello, la parte central de las ruinas actuales, bajo ábside central que aún se conserva, pertenecen al altar mayor, capilla mayor, o capilla de la Concepción.
En 1835 se produce la desamortización de Mendizábal y se destina a hospital, quedando en manos de la Diputación Provincial. Durante este tiempo, el hospital de Santa Isabel 1835-1970, recibe la congregación de Hijas de la Caridad. En el Archivo Histórico, Desamortización, se encuentra un acta de fecha 26 de septiembre de 1835, del Gobierno Civil de Soria. En ella, el doctor don Juan Antonio Carrascosa, deán de la Colegial de San Pedro, relaciona los objetos recibidos del señor Antonio Remon, comisionado principal de los arbitrios de Amortización de la provincia de Soria, pertenecientes “al extinguido convento de San Francisco”. Interviene otro comisionado, Manuel Ubieta. Entre los objetos cuatrocientos seis libros o tomos de variadas obras, constando en el inventario “veinte arrobas de libros viejos”.
Iglesia de San Francisco (Soria) En el año 1970, el hospital de Santa Isabel, se había transladado a la carretera de Logroño, y el obispado de Osma-Soria, realiza un decreto para asentar su parroquia.
En el año 1981, se realiza una limpieza, para acondicionar el patio (ruinas) del Colegio Universitario (edificado dentro del recinto del convento), donde se retiraron gallinero, pocilgas, etc, pertenecientes al antiguo hospital, rebajando en un metro (según D. Rufo) el solar y hallando una nueva inscripción.
Por ello, en conclusión, (hasta ahora), podemos afirmar, documentalmente, que:
1. Jaime IV no desaparece, como dicen los historiadores, en el incendio del 1618. Pues se quema el convento pero no la iglesia.
2. Sin poder establecer un diagnóstico de su estado actual bajo tierra, está situada la cripta (parte de capilla de la Concepción) y dicha cripta, está ubicada bajo el ábside central de las ruinas que hoy todavía podemos contemplar.
(1) Todavía se conserva en perfecto estado sirviendo a diario para el paso a las aulas de los estudiantes del Colegio Universitario, ubicado en las dependencias del antiguo convento.
(2) Martín Juan González de Castejón y Morales (1604-1686), V señor de Velamazán y de Alpedroche. Nacido en Soria, contrajo matrimonio con Ángela de Belvis y Cabanillas, natural de Valencia, de familia originaria de Cataluña, señores del castillo de Belvis. Al morir dejó los mayorazgos heredados y los que tuvo de Inés de Morales y Medrano a su primogénito, Martín Pedro, y el resto a todos sus hijos. De ellos, destaca don Bernardino González de Castejón y Belvis, colegial del Santa Cruz de Valladolid, caballero de la Orden de Alcántara, alcalde de Sevilla por designación real, en 1672 oidor de la Chancillería de Granada y en 1681 fue nombrado fiscal del Consejo de Órdenes y oidor del Consejo Real de Castilla. Al no tener descendencia, dejó el usufructo de sus bienes a su mujer, Isabel de Contreras y Arellano, y a su madre, Ángela de Belvis, para que posteriormente se aplicaran "a la fábrica de la Iglesia de Velamazán, que está comenzada... y terminada ésta se funde una capellanía
© Josep Mas i Llaneres
Miquel Gayá Florit
Isabel Goig Soler