CUANDO LAS BRUJAS BAJABAN AL DUERO
Eran tiempos de leyendas que se pasaban con miedo, eran sombras con sus vendas que no quisieron ver credo. Aquel tiempo temeroso cargado de mucho aliento, tuvo su signo dichoso y algún corazón contento. Brujas cargadas de harapos, sin manos de terciopelo, detestaron ciertos trapos cuando levantaron vuelo. Por las orillas del Duero circularon con andrajos, buscando amor verdadero que detestaron los grajos. El Duero como testigo, viendo sombras de pecado, el andar no fue castigo ni la virtud un halago. Las brujas fueron marchando por ciertos caminos largos, algunas fueron sudando viendo los tiempos amargos. Entre potingues preciosos y lágrimas milagrosas, tuvieron sueños hermosos donde brillaron las rosas. Las brujas fueron dejando sus leyes nunca horrorosas, por detrás iban clamando las mujeres perezosas. El Duero tiene pinares que saben de las leyendas, en los viejos encinares quizá marcaron sus sendas. Cuevas que fueron trazadas para evitar mucho frío, algunas son destrozadas por las corrientes del Río. El Duero sigue callando ciertos tiempos deprimidos, para así seguir cuidando muchos sueños elegidos. Brujas llenas de cordura que evitaron ciertas muertes, hay potingues sin locura que suelen dejar la suerte. El Duero sigue su curso por las tierras de Castilla, el ayer tuvo recurso en su gente más sencilla. Dicen que el Duero nos canta en las noches invernales, y que algún brujo se espanta con canticos anormales. Este tiempo con su prisa nos quiere marcar jornadas, y aunque tememos la brisa se ven horas dislocadas. Las brujas del Alto Duero conocieron las nevadas, sin tener jamás dinero fueron mujeres honradas. Costumbres de buenas hierbas, que curaban maleficios, en la paz de las praderas supieron hacer oficios. Brujas cargadas de sueños para volar sin fronteras, en sus momentos risueños temieron muchas barreras. G X Cantalapiedra.
Eran tiempos de leyendas que se pasaban con miedo, eran sombras con sus vendas que no quisieron ver credo. Aquel tiempo temeroso cargado de mucho aliento, tuvo su signo dichoso y algún corazón contento. Brujas cargadas de harapos, sin manos de terciopelo, detestaron ciertos trapos cuando levantaron vuelo. Por las orillas del Duero circularon con andrajos, buscando amor verdadero que detestaron los grajos. El Duero como testigo, viendo sombras de pecado, el andar no fue castigo ni la virtud un halago. Las brujas fueron marchando por ciertos caminos largos, algunas fueron sudando viendo los tiempos amargos. Entre potingues preciosos y lágrimas milagrosas, tuvieron sueños hermosos donde brillaron las rosas. Las brujas fueron dejando sus leyes nunca horrorosas, por detrás iban clamando las mujeres perezosas. El Duero tiene pinares que saben de las leyendas, en los viejos encinares quizá marcaron sus sendas. Cuevas que fueron trazadas para evitar mucho frío, algunas son destrozadas por las corrientes del Río. El Duero sigue callando ciertos tiempos deprimidos, para así seguir cuidando muchos sueños elegidos. Brujas llenas de cordura que evitaron ciertas muertes, hay potingues sin locura que suelen dejar la suerte. El Duero sigue su curso por las tierras de Castilla, el ayer tuvo recurso en su gente más sencilla. Dicen que el Duero nos canta en las noches invernales, y que algún brujo se espanta con canticos anormales. Este tiempo con su prisa nos quiere marcar jornadas, y aunque tememos la brisa se ven horas dislocadas. Las brujas del Alto Duero conocieron las nevadas, sin tener jamás dinero fueron mujeres honradas. Costumbres de buenas hierbas, que curaban maleficios, en la paz de las praderas supieron hacer oficios. Brujas cargadas de sueños para volar sin fronteras, en sus momentos risueños temieron muchas barreras. G X Cantalapiedra.