Emanaban de entre las Brozas gotas cristalinas, caían resbalando por el lecho de
piedra haciendo surcos en tantos años, así se quedarían para la eternidad.
No tan someros sino más profundos porque pasarán más años, más
inviernos, más
heladas, más hierbas y
flores cubrirán los surcos que llevan las gotas al
mar.
Son las gotas del perfume de Pivoine de París, las que están en una de tus
fuentes Cantalucia. Esa que recorre subterránea hasta el
río donde lavaban las lavanderas ropas blancas y oscuras.